Joaquín, 'el niño' vuelve a casa

El último refuerzo del Málaga creció a cinco minutos de La Rosaleda y no llegó a jugar con la blanquiazul

Su hermano Rafa narra desde Italia el regreso: "Tiene el don de levantar a la gente"

Joaquín Muñoz, de niño en La Rosaleda. / @joaquinmnz7
Adriano Espinal

07 de octubre 2020 - 08:10

Gubbio es una localidad pequeña de la provincia de Peruggia, en el corazón de Italia. Roma la conquistó (s. III A.C.) y le dio la condición de municipio romano dos siglos después. Augusto, Carlomagno, Barbarroja; es un enclave histórico donde el central del equipo de fútbol es malagueño. Rafa Muñoz, 26 años, se formó en la cantera malaguista y creció en la del Atlético de Madrid, debutó en Primera con los colchoneros, jugó en la Primera polaca y en el Marbella y ahora sigue creciendo en el balompié azzurro. Ayer, después del entrenamiento atendió a Málaga Hoy para hablar, feliz, de su hermano Joaquín Muñoz, el último refuerzo del Málaga Málagaesta temporada.

"Joaquín todo el día del lunes nos informaba, estuvimos hasta última hora pendientes al teléfono para ver si era oficial, si llegaba el comunicado de la Liga diciendo que iría cedido al Málaga. Estuvimos en vela, con los nervios en el estómago y muy contentos de ver el comunicado. El niño volvía a casa con la familia, con los amigos y con esa afición que es la mejor que hay", narraba, con orgullo algo disimulado de hermano mayor, Rafa.

"Hay muchos sentimientos en juego, él desde primera hora quería ir allí, vestir la camiseta de tu ciudad es un orgullo para todos los niños pequeños que iban al fútbol, todos soñamos vestirla en ese estadio y él a base de sacrificios, de formarse fuera, de muchos llantos y golpes, está ahí gracias a su trabajo y todos estamos muy contentos. Él no entra en su propio cuerpo, como se suele decir". En la frontera del barrio de Miraflores se ve muy cerca La Rosaleda, y es ahí donde los dos hermanos crecieron con su familia. "Nos enteramos de que el club estaba interesado en él y le dije que estuviese tranquilo, que no escuchase nada y que trabajara. Al final Manolo Gaspar y el Málaga han apostado por él y nosotros, imagínate. Ver a tu hermano jugar en la ciudad es un orgullo. Es una ilusión enorme verlo de blanquiazul. El móvil no para de sonar, y es para darnos la enhorabuena", relata.

"Joaquín no ha vestido la camiseta del Málaga de pequeño pero conmigo la familia sí lo ha vivido en alevín y juvenil. Decimos que vivimos en Miraflores pero lo hacemos en realidad a menos de cinco minutos del estadio", recuerda Rafa. Viven frente al centro comercial donde la hinchada malaguista suele aparcar y que se llama como el estadio al que ambos hermanos iban siempre que podían. El ambiente del fútbol estaba a pocos metros de su casa.

"De pequeño, jugando en La Unidad se enfadaba, siempre quería más, salía de un partido que metía cinco goles y no le valía, ahí se veía que era diferente a los demás. Está contento, quiere ir a sumar, siente los colores como malagueño, tenía muchas ganas de volver. Sólo decía que quería volver a casa para disfrutar de la familia que lleva muchos años dando vueltas y centrarse en el fútbol, seguir creciendo y volver a su casa. Qué mejor manera", explicó Rafa.

Cuando se le pregunta qué aportará Joaquín a La Rosaleda, trata de ser objetivo: "Con el paso del tiempo ha mejorado bastante . Van a disfrutar mucho, su característica principal es la velocidad, buen uno contra uno, es técnicamente fuerte. La afición del Málaga ha sufrido pero van a disfrutar mucho, tiene el don de levantar al público". Pero no supone esa carta de presentación presión extra: "La única presión que debe de sentir es la de los cordones en los pies. Está acostumbrado, le gusta esa presión. Se ha encontrado en situaciones en las que ha sentido más presión y sabe canalizarla, esto es su vida. No va a tener problemas", zanjó.

Rafa pasó el confinamiento solo en Italia y afronta su segunda campaña en un fútbol "muy diferente" del que echa en falta "ese juego de balón que tenemos allí", pero en el que confía para avanzar en su carrera. Si se le cruzase el Málaga, "iría sin hacer las maletas". Cuestión de sentimientos.

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