Luis Muñoz y Ramón, ADN Academia en la dirección

Los dos canteranos, mezclaron bien en el centro del campo y dieron pases claves en la elaboración de los goles

Ramón tuvo un acierto del 88% en los pases que intentó en los 77 minutos que jugó

Luis Muñoz avanza para dar un pase en La Romareda. / La Otra Foto

La cabina de dirección del Málaga en La Romareda tuvo ADN de la Academia. Luis Muñoz y Ramón Enríquez llevaron el peso del equipo. Y mezclaron muy bien. Ambos están en el origen de los dos goles. El primero, con un cambio de juego de 40 metros del de Nueva Málaga, para que Yanis asistiera a Chavarría. El segundo, con un control exquisito y un pase en profundidad para Chavarría, que habilitó a Caye Quintana.

En el tramo final de la temporada pasada, a Luis Muñoz le faltaba campo y parecía rendir mejor solo en el pivote. La mezcla con Keidi Bare no funcionó demasiado bien, sus cualidades se solapaban. En este primer experimento con Ramón, el resultado fue óptimo. Se dejó en el banquillo a Cristian Rodríguez, destacado en el arranque, para ocupar las bandas mejor y para dar salida con los dos canteranos.

Uno, Luis Muñoz, es más nervio y despliegue, el otro, Ramón, más toque y pausa. Al de Órgiva se le insiste en que debe mejorar en el choque, en la disputa de balones divididos y por arriba. Y por ahí pasa su crecimiento, porque las cualidades técnicas las posee. Ya en Castalia ganó una pelota dividida antes de su gol. En La Romareda ganó cuatro de los cinco duelos en el suelo que tuvo y el que tuvo aéreo. Perdió cinco balones, pero tuvo un acierto en el pase del 88% (23/26) en los 77 minutos que estuvo en el césped maño. Fueron pases sin riesgo su mayoría, pero cuando hubo que acelerar la jugada lo hizo con acierto.

Luis Muñoz, mientras, ganó los dos duelos aéreos que tuvo y tres de los cincos en el suelo. Tuvo menor porcentaje de acierto en el pase, aunque arriesgó más en el desplazamiento largo que Ramón (16/26, un 62%). Interceptó dos balones en los 89 minutos que actuó. Ya en la segunda mitad, cuando el Zaragoza apretó y el Málaga se aculó más en su campo para esperar al rival, los dos sufrieron más sin balón, como todo el equipo. Tuvieron que correr más tras la pelota y cubrir espacios.

Viene ahora un tramo de cuatro partidos en 10 días en los que será complicado mantener un once tipo sin rotaciones. Pellicer ya avisó que es necesario que los jugadores estén preparados porque todos harán falta y que la flexibilidad en los sistemas de juego es algo esencial en el proceso de construcción de una identidad, para hacerse menos previsibles para los rivales y con más variantes que exploten las diferentes cualidades de los jugadores. Pero es un buen paso esa medular con dos canteranos de características complementarias, que en un campo y ante un rival del máximo nivel en la categoría actuaron con mucha sobriedad.

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