Visto y Oído
Broncano
Al Málaga los rivales le tienen respeto, pero no miedo. Y no tiene nada que ver. Sobre todo en La Rosaleda, donde los de Sergio Pellicer están atascados desde el segundo tiempo ante el Melilla y tras el empate contra el Atlético Sanluqueño encadena nueve puntos cedidos. Se está marcando una media inglesa a la inversa que también se parece pero no es lo mismo. Porque con este ritmo en La Rosaleda ya no es que no te dé para alcanzar a Castellón o Ibiza, es que comienza a ver a otros empujar desde abajo.
No, no es temible el Málaga y menos en La Rosaleda, donde los jugadores no paran de repetir que no se pueden escapar los partidos, que hay que ganarlo todo. Luego llega el fútbol y lo que premia son los goles. Nadie puede negar que este equipo hace muchas cosas bien, pero si no da para ganar a un rival de la zona baja, tiene que replantearse muchas cosas. También en los despachos, donde más les vale dejarse de historias y acelerar en los refuerzos.
Desprovisto de Genaro, el Málaga puso el once que podía y que debía. Le añadió a Dioni y salió a mandar y a morder en La Rosaleda, algo por debajo de sus números habituales. En caso no llevaba solamente siete puntos consecutivos cedidos. Se había vuelto previsible y menos consistente, apenas mostraba parte de las virtudes que exhibió en buena parte del primer tramo liguero, donde no mataba a nadie a goles pero sí lo avasallaba de forma constante y le impedía ser.
Ante el Atlético Sanluqueño tuvo cosas de ese Málaga, para lo bueno y para lo malo. El continuo incordio, de mosca que invade una mesa silbando de esquina a esquina, estuvo presente en la primera mitad, que rozó la categoría de monólogo. También le delató como un conjunto carente de pegada pese al festín de Murcia. El mercado tiene que servir para reparar algunas taras. Y eso no significa que no anduviesen bien los once que saltaron, comprometidos con la causa y el plan de partido, activos y vivos. No es gol, sin embargo, la mayor de sus gracias.
En el primer minuto ya avisaba con una falta directa de Manu Molina que se marchó alta y a los tres, el portero paró un disparo de Juan Hernández, que fue de los más constantes y quien más cerca de abrir la lata estuvo además de servir varios balones. Intentó varias vías, la pizarra apareció pero sin la pizca de acierto de la Nueva Condomina.
Kevin tiró los dados en diversas ocasiones y alborotó el partido pese a que casi siempre se estaba volcando a la banda derecha. Los de Abel Segovia apostaban por sacarla jugada y el Málaga le puso en muchos aprietos. Pasada la media hora Samu Pérez sacó un fuerte disparo de Juan Hernández.
Amenazó poco el Atlético Sanluqueño, a quien el 0-0 le iba de fábula para afrontar una segunda mitad en la que el reloj estaba de su parte mientras los blanquiazules no mojaran. Casi clavan la apuesta después de que Paco se plantase solo delante de Alfonso Herrero a los 50 minutos tras un error blanquiazul.
No tardó demasiado Pellicer en variar las piezas. Retiró a Dani Sánchez y Juan Hernández por Víctor García y David Larrubia. El encuentro había cambiado y al Sanluqueño le estaba costando menos colarse en los dominios malaguistas.
Duró poco esa inercia y el tablero volvió a vencerse hacia la portería de un Samu Pérez que acabó siendo el mejor del choque, evitando de todas las maneras posibles el gol del Málaga y sabiendo robar segundos valiosos.
Con Juanpe y Cordero el Málaga fue más vivo y directo. El canterano estaba con la flechita hacia arriba rozó la heroica con un disparo que también anuló el meta del Sanluqueño, que se había quedado con uno menos por doble amarilla de Rojas.
A la desesperada Pellicer sentó a Gabilondo para dar entrada a Loren Zúñiga. El árbitro, muy permisivo y al que los blanquiazules reclamaron hasta cinco posibles penaltis (a Kevin hubo un agarrón claro en su cara), dio nueve minutos que se convirtieron en diez, si bien fue bastante menos lo que se jugó de manera efectiva.
Fue y fue el Málaga y no pescó nada. Hasta Galilea se sumó a lo Alexanco en uno de los últimos ataques. En el 100’ Roberto conectó la bala final como pudo. 100 minutos y pudieron ser 100 días. Cuarto encuentro en La Rosaleda sin ganar, segundo sin marcar.
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