El arte de amarrar (1-0)
Málaga CF - Cádiz | Crónica Jornada 18
El Málaga duerme líder después de un triunfo sufrido ante el Cádiz, que apretó hasta el final
Gran acción de Harper para el primer tanto blanquiazul, obra de Ricca
Málaga/Esto es el Málaga de Muñiz, es lo que debe ser, lo que intenta ser, lo que no puede dejar de ser. Un equipo diestro en el arte de amarrar, que si se adelanta no pierde el compás y que es capaz de darle cierta belleza al verbo sufrir. Duerme líder el conjunto de Martiricos después de vencer a un gran Cádiz que llegaba tras siete triunfos consecutivos.
Porque si un pecado cometía el Málaga en las últimas citas, es que no terminaba de encontrar su yo. Hay quien dirá que es una cuestión de detalles, pero hubo unos intangibles ante el Cádiz para derribar el muro amarillo que no visitaron Martiricos en los partidos más recientes (tanto los que ganó como los que no).
El Cádiz llegó con los deberes hechos y levitando. Su estado de forma le permitió llevar algunos contragolpes a una velocidad y con un sentido de la verticalidad que consiguieron poner en jaque al Málaga en alguna ocasión. Los de Cervera, que tanto arriba como abajo jugaron casi de memoria, se mostraron sólidos y solventes, cómodos dejando el peso del juego a los blanquiazules.
No fue la primera mitad un homenaje al fútbol espectáculo. Los dos equipos se conocían y temían, algo que de algún modo hizo de neutralizador. Los porteros intervinieron poco, brillando sobre todo Cifuentes, que sacó de la misma línea un centro envenenado de Juanpi al que Blanco Leschuk dio más colmillo aún de leve roce. El Cádiz aportó más sensaciones que ocasiones y Munir no hubo de actuar en exceso. Los cadistas reclamaron con vehemencia un penalti por manos de Pau Torres. Lo pareció y además podría haber sido la segunda amarilla, como también pudo ser expulsión un manotazo de Garrido a Juanpi en la cara.
Acabó caliente la primera mitad por las decisiones de Trujillo Suárez. Esa energía la supo canalizar mejor el Málaga, que después de pegar en el timbre de Cifuentes en diversas ocasiones logró adelantarse. Una acción de Harper inteligente y dañina, con un centro impropio con la diestra que llegó a Ricca, que también usó su pierna mala para hacer un gol que devuelve el liderato y la fe de La Rosaleda.
El resto fue cuestión de amarrar, como se explicaba al principio. Porque este Málaga, si no es capaz de ganar por aplastamiento ni de cerrar por calidad, tiene que enviar un mensaje al resto: "Si me adelanto, estás muerto". El triunfo ante el Cádiz supone algo más que tres puntos para el cuadro de Muñiz, que independientemente de lo que suceda en Oviedo la semana que viene, cierra con nota alta 2018. La Rosaleda lo supo premiar y también dijo adiós al año con una fiesta merecida. Tras varias jornadas la ilusión tomó las gradas. Lo que quería Muñiz.
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