Málaga CF - Castellón: Cada uno en su escalón (0-1)

El conjunto blanquiazul dice casi adiós al ascenso directo en enero

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Luca Sangalli se rompe de nuevo

El Málaga CF - Castellón, en fotos
Roberto, en el Málaga CF - Castellón. / Carlos Guerrero

El Málaga tampoco pudo con el Castellón en La Rosaleda y el ascenso directo ahora mismo es una batalla que libran dos. No están los blanquiazules en ese par porque no han sabido aguantar el pulso. Un punto de nueve y gracias en 2024. Toca ser fríos, aceptar la realidad y pensar que hay otra vía para ascender a Segunda. Más dura y compleja, pero existe. Nadie puede echar en cara al grupo que no lo dejaron todo en el césped, ni siquiera completaron un mal partido, más bien lo contrario. Es que no dan para más, para dejar atrás al núcleo de aspirantes al play off. Hay un escalón entre el Ibiza y los albinegros.

Lo que sí está y estaba claro desde verano es que le faltaba un punto de calidad extra y, sobre todo, más pegada, más gol. El conformismo no trae nada bueno. A eso ha habido que sumarle que hay un buen puñado de jugadores que deberían ser capitales y no está siendo así. Por lesiones o por lo que sea. Juanpe, Ramón y Sangalli, por ejemplo y sin ser los únicos ‘veteranos’ que no han terminado de arrancar. Está a tiempo Loren Juarros de dar alguna baja más y firmar a otro centrocampista, porque también en la medular hace falta más cuerpo. Se está llegando tarde al mercado y las carencias continúan siendo las mismas y algunas más.

Después del naufragio de Ceuta, Sergio Pellicer tomó la iniciativa y apostó por un dibujo y un once que quizás debió ser el que saltara al Alfonso Murube. Ajustó atrás con tres centrales (Galilea flanqueado por Moussa y Juande) y tiró a Gabilondo y Dani Sánchez a los carriles. Sangalli, Manu Molina y Dani Lorenzo (con más libertad) por el centro y Roberto y Dioni en punta. Había que frenar al líder que no tardó mucho en mostrar en La Rosaleda que si va primero es por algo.

El conjunto de Dick Schroeder está magníficamente trabajado y ofrece un variado repertorio de buenas ideas. Probó el primer disparo a los 18 segundos. Decía Juan Gómez Juanito que había que hacer el primer disparo pronto, que sonara a lata y retumbara el estadio. Un tiro al aire pero amenazante. El Castellón logró vestirse de local en ese arranque en el que De Miguel marcó. El colegiado lo anuló por fuera de juego.

Poco a poco se asentó el Málaga, empezó a anular las vías principales del Castellón y a ganarse el sitio en el verde. Fue paulatino pero efectivo. Por momentos se fue gustando con la fórmula, que lejos de ser de cinco defensas, pareció a ratos escuela holandesa (cuando tocó protegerse, se protegió y plantó esa raya invisible). Incomodó la salida y encontró huecos en las bandas gracias a la profundidad de Gabilondo y Dani Sánchez. Faltaron algo de piernas para que cada vez que hubo un centro, apareciese alguien más que Roberto, que pese a todo fue un incordio.

La presencia de Dioni, indetectable e inteligente en las líneas enemigas, desniveló la balanza a favor del Málaga, que buscaba ese equilibrio entre nadar y guardar la ropa. El balón circulaba a veces a una velocidad impropia de la categoría, pero carecieron los blanquiazules de un punto de picardía y maldad en ataque. No se puede tener todo.

A los 36 minutos se rompió Sangalli en mitad de una buena acción del Málaga. Entró Izan Merino, que no desentonó ni mucho menos en lo que tardó en llegar el descanso. Parecía que al Castellón le venía bien el ecuador porque veía que en cualquier acción podía ser castigado y que se mantuvo en pie por la buena atención de Gonzalo, portero que pasó por La Academia. No estuvo lejos el cuadro malacitano, apoyado por un estadio comprometido con la altura de la cita.

Reanudó el partido como venía mostrándose el Málaga, pero el Castellón tocó la tecla exacta para adelantarse en La Rosaleda. Una falta lateral que acabó en córner, un córner que acabó en segunda jugada. Y Manu Sánchez, que había entrado por Traoré batió a Alfonso Herrero de cabeza.

Dispuso de varias llegadas más con cierto peligro el Málaga, en una se reclamó un mano y alguna más la detuvo el árbitro -demasiado tiquismiquis con los blanquiazules- sin saberse muy bien por qué. Así que Pellicer se la jugó con Kevin y Larrubia a cambio de los dos amonestados centrales, Juande y Moussa.

Fue con más alma que acierto a por todas el Málaga, con Pellicer agotando los escasos cartuchos que tenía dando entrada a Víctor García y Juan Hernández por Dani Sánchez y Manu Molina. Pero no caía ninguna moneda de cara. Tampoco al Castellón, más pendiente de perder tiempo que de jugar. Perdonó Kastaneer con todo a su favor ante Alfonso Herrero.

Se desesperaba La Rosaleda con los continuos parones, con el árbitro, con la falta de tino de los suyos, porque sabían que el vuelo directo se le estaba escapando y que ahora prácticamente lo que queda es el tren del play off.

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