Málaga CF - Córdoba: Caos, sudor y lágrimas (1-1)
Alfonso Herrero fue providencial nuevamente y Haitam firmó el empate ante una Rosaleda colosal
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El Málaga se ha librado de una buena estocada. Se alinearon muchos astros a su favor para que el Córdoba no se fuera con los tres puntos. Debe recibir con alegría moderada el punto, pero es indicativa de la situación la cara de Alfonso Herrero al finalizar el encuentro. No se recreaba en la antológica parada-gol, parecía pensar en que en La Rosaleda no se puede ir puntos y ya van cuatro seguidos.
Lejos de Martiricos habría sido imposible aguantar el pulso. Impone La Bombonera, que dio oxígeno adicional al equipo, que está fundido (más allá del esfuerzo extra de la Copa) y que apenas tiene fondo de armario. Aun así hubo épica y sufrimiento, lo que a veces es gasolina y pegamento cuando llegan los tiempos difíciles. Y el brindis por las lágrimas de Haitam, con un tanto liberador. Las lesiones llevan un par de temporada frustrando su esperada eclosión.
No hubo la más mínima sorpresa en la alineación. Sergio Pellicer tiene lo que tiene, un once justito. La lesión de Juanpe ha sido una nueva puñalada que se compensó con el alivio de ver a Nelson Monte entre los titulares. Dani Lorenzo, tras 120 minutos en Barakaldo, era la novedad. En la recámara quedaba poco. Juan Hernández, Haitam y un grupo variopinto de canteranos.
Se fueron tanteando ambos equipos en la primera mitad. El Córdoba vino con la lección aprendida de anteriores visitantes y procuraron evitar transiciones del Málaga en la medida de lo posible. No iban sobrado de musas los dos equipos, que a duras penas lograban encontrar sitios donde hincar el diente, si acaso algunos centros.
El Málaga resultaba bastante previsible. Kevin y Larrubia no encontraron nada en sus chisteras salvo fogonazos, más del segundo que del primero. Lo poco que aparecía Dioni era a kilómetros del área y Roberto peleaba contra molinos de viento. Alguna galopada de Gabilondo, cuyos numerosos centros no hallaron destinatario. Llega con poca gente al área el conjunto blanquiazul.
Se desgañitaba en la banda Manolo Sánchez con Pellicer castigado. También Galilea, que le pedía a sus compañeros más madera justo después de costarle una amarilla la falta de determinación y pulso de algunos jugadores. El Córdoba se fue acomodando y le dio al Málaga un poco de su propia medicina.
Aproximándose el 40’ de juego, un despeje de Galilea, que se las estaba teniendo con Toril, cayó en la zona de Carracedo –que estaba exigiendo mucho a Dani Sánchez, poco asistido a veces– y sacó un buen centro de Simo cabeceó completamente solo casi en boca de gol. Dani Lorenzo perdió la marca.
Hubo una pequeña pájara y el descanso era casi un alivio. El Málaga estaba viviendo de su control del juego, de su casi virtuosa capacidad para no encajar goles. Ahora tocaba remar contra la corriente con un grupo fatigado y un arsenal escaso en el banquillo.
Lejos de someter al rival, el Málaga anduvo más cerca del 0-2 que del empate. Ni siquiera a balón parado inquietaba al Córdoba, que no temía ver amarilla con tal de cortar los avances malaguistas. Pasada la hora de partido Simo tuvo el segundo después de otra acción de Carracedo.
Desperdició el 1-1 David Larrubia, con todo a favor y sin oposición mandó al muslo de Calderón un remate cortesía de Kevin, que se inventó algo justo antes de ser sustituido. Haitam y Cordero por él y Genaro. Hubo un amago de engancharse en el partido pero siempre daba la sensación de que los blanquiverdes podían formarla a la contra.
No se conformaba La Rosaleda, metida en su papel y que rugió a los lomos de ese Pegaso que es Alfonso Herrero, que marcó el empate. Porque fue su indescriptible parada a Kike Márquez la que hizo retumbar el estadio y al mismo Córdoba que antes de darse cuenta hasta sacando de centro.
Juan Hernández, que había entrado por Dioni unos minutos antes, tuvo fe para repescar un balón casi perdido que Roberto transformó en oro con la colaboración de Loren y Haitam, que fue quien puso la pausa para colocar el esférico en las redes. Estalló de júbilo Málaga mientras rompía en lágrimas. Su viaje está siendo muy largo.
El partido llevaba tiempo roto y los riesgos eran serios. Galilea vio la segunda amarilla en una acción en la que Mendes se escapaba. Una baja sensible para Ibiza. Pese al contratiempo y tener en el campo un abanico defensivo compuesto solamente por Gabilondo y Nelson Monte (el resto eran todos de ataque), el Málaga resistió bien y hasta buscó la portería con ahínco hasta el pitido final.
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