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Málaga CF - Sporting: Un punto de suerte (1-1)

Los de Mel rascan un empate ante otro rival que iba a ganarle sin hacer nada

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Juande celebra el empate. / Pepe Gómez

El Málaga no perdió y eso es noticia, porque hizo exactamente lo mismo que en otros encuentros, con sus correspondientes tiros en el pie, con su falta de espíritu colectivo, sin ideas, sin pegada, sin sentido. El punto le ha servido, quizás, para que no se pida alguna cabeza más aparte de la de Manolo Gaspar. Porque los números del técnico actual son paupérrimos y alguien más tendrá su cuota de culpa al margen del sector deportivo de la entidad. Sí es cierto que al menos tuvo ese puntito de suerte que le había sido esquiva todo el curso, porque el gol fue demérito del Sporting, ojo. Otro rival, por cierto, que casi regresa con el botín completo sin haber hecho absolutamente nada.

Otra vez Pepe Mel inventó un once con jugadores fuera de sitio y otros fuera pero de onda. El entrenador sigue intentando tocar teclas pero el problema es el piano. Cuatro centrales en línea defensiva: Ramalho, Escassi, Juande y Bustinza, que entró como lateral izquierdo titular. No tuvo un buen debut Lumor, pero entonces para qué diantres se le hace la ficha si no tiene nivel ni para jugar cuando a Javi Jiménez le toca banquillazo. Por delante, N’Diaye y Luis Muñoz, con Hervías y Cristian en las alas y Loren de pareja de Rubén Castro.

Tuvo el Málaga una a los cuatro minutos, pero Cristian probó un disparo cruzado que se le marchó algo desviado. Poco después Rubén Castro intentó filtrar un balón a Luis Muñoz en el área que los zagueros asturianos detectaron. No es que los blanquiazules estuviesen muy finos, pero es que el rival dio una sensación muy mala, de andar justito.

Toca decir que el poco espíritu que tenía el Málaga se lo llevó por delante el árbitro con dos amarillas más que rigurosas a Juande y a Luis Muñoz, que desde entonces no dejó de discutir con Ais Reig. El criterio era muy dispar y La Rosaleda se dio cuenta, sin embargo, la presión ambiental no dio rédito alguno.

Decía Juanfran Moreno a principios de semana que un gol a veces tiene muchos padres. Y en este 0-1, tiene toda la razón. Otra acción en la que un lateral se metió hasta la cocina, con Cristian persiguiendo al adversario, con Bustinza bajando al trote, lejísimos de todo. Con Juande permitiendo el servicio de un futbolista que se comía la línea y con el resto del equipo tocando las palmas mientras Cristo aparecía absolutamente solo para empujarla en el punto de penalti.

Por enésima ocasión, el Málaga fue incapaz de dejar su portería inmaculada, uno de los principios básicos de la categoría. Con el historial de esta temporada y la anterior, eso casi siempre significa otra derrota. El resto del primer tiempo -salvo una acción aislada en la que Rubén Castro puso un balón a N’Diaye en el segundo palo- fue otra dosis de dolor, errores y precipitación. Y el Sporting, tranquilamente, bien pudo hasta conseguir otro por mera inercia.

Mel aprovechó el descanso para meter a Febas y sentar a Escassi. Otra rareza más en la que N’Diaye pasó a ser central. El Málaga, con el Sporting viéndolas venir, dio un par de arañazos que quedaron en nada, como casi todo. Mel dio entrada a Ramón por un Luis Muñoz que se jugaba la expulsión y tres minutos más tarde a Chavarría por el sucedáneo de Hervías.

No mejoró en nada el equipo, inmóvil por momentos, con algunos balones al área que peinados o por rechace hicieron pensar en que el empate podía caer aunque fuese por equivocación del rival. Méritos, desde luego, no acumuló el conjunto de Mel, sin embargo llegó el favor del Sporting, con cantada de Mariño y Rivera, que llegó a la botas de Juande, que la empujó y reactivó a los 17.000 malaguistas.

El ruido de La Rosaleda era ensordecedor, pero apenas quedaban un par de minutos y el añadido, que fueron cuatro, para mayor gloria de Ais Reig, que por algún motivo arbitra en el fútbol profesional. El Málaga no tuvo tiempo para acercarse mucho a Mariño, pero Yáñez sí tuvo que hacer una intervención crucial al disparo de Djuka tras una contra.

El empate dejó una sensación extraña, porque la ruina sigue siendo la misma pero va a evitar que sucedan cosas importantes. No puede llevar a engaños el punto. Son 10 en 15 jornadas y una sensaciones terroríficas. Ahora viene la Copa del Rey, que es una especie de parón que dejará al Málaga espacio para masticarlo todo.

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