Problemas tras el parón
Málaga CF
Imagen gris del Málaga tras los tres meses de inactividad deportiva
Pocos recursos y facilidad para desconectase
Recuperar crédito e identidad, claves ante el Extremadura
No ha sido un reinicio idílico. No. La vuelta a la competición del Málaga, al menos en lo númerico, en los puntos que se acumulan en la clasificación, ha sido pobre. Al final, más allá de sensaciones o detalles, lo realmente importante es ser el que suma los tres puntos cuando se escucha el pitido final y los blanquiazules no han conseguido hacerlo en ninguna de las dos primeras jornadas tras el parón competitivo. Hay problemas y no son solo de puntos.
El equipo desprende cierta incertudumbre en su juego, en la apuesta de fútbol que venía desempeñando antes de la pandemia. Pese a que los últimos resultados fueron un empate en Las Palmas y un derrota en casa ante el Zaragoza, la imagen del equipo era una muy diferente a la que viene mostrando en estos 180 minutos disputados en junio.
Para empezar, Huesca. Una desconexión inicial, un error, atrajó el primer gol de los oscenses y puso las cosas cuesta arriba. Volver tras tres meses de parón y encajar a los dos minutos de juego es un impacto severo en lo psicológico, algo a tener en cuenta en cualquier análisis y un evidente condicionante para lo que restaba de partido. La expulsión de Juan Carlos por el Huesca trajo consigo buenos minutos del equipo, aunque muchas condicionadas a las incursiones de un buen Tete Morente. La medular que junta a Keidi, Luis Muñoz y Adrián repartía más dudas que juego, sobre todo con el recuerdo de los buenos partidos que ofreció el equipo con el malacitano más libre ante la ausencia del albanés.
El inocente penalti de Diego y la injusta expulsión de Lombán torpedeó la confianza y moral del equipo que se desdibujó tras aquello. Competía, con igualdad numérica, pero lejano al rendimiento que se había alcanzando anteriormente.
La visita al Heliodoro confirmó un par de detalles pero hizo aflorar otros problemas pese al innegable esfuerzo de los de Sergio Pellicer. La expulsión de Keidi Bare, cuestionable cuanto menos, obligó a jugar con diez durante 45 minutos y exigir la mejor versión de un Munir que, a diferencia del duelo en La Rosaleda, aquí sí sumó en positivo.
La primera mitad en Tenerife, con igualdad numérica, preocupa. Los recursos ofensivos del equipo fueron pocos. Las intermitencias de Tete y Juanpi transformaron en un islote a Sadiku. Y ni Keidi ni Adrián supieron gobernar en la medular. En inferioridad, el Málaga se limitó a preservar el punto, algo que no salió mal y que es de valorar muy positivamente.
Ahora se abre un escenario complicado este próximo sábado, día que el Extremadura visita La Rosaleda en un partido que dadas las circunstancias y los resultados del equipo se antoja determinante. Los problemas en el fútbol se van con goles, victorias y puntos, más cuando se juega ante un rival directo por la permanencia al que se le puede dar un golpe fatal. Lo que preocupa en el horizonte es otro mal resultado, que independientemente de que se recupere un fútbol más identitario y algún punto más de competitividad, podría iniciar una dinámica negativa a la que nadie quiere entrar por su dificultad para salir de ella.
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