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Málaga prepara una fiesta a la selección (20:45)

Ambientazo en La Rosaleda para ver a España en el último partido de la temporada ante la República Checa (20:45 horas), con todo vendido desde hace semanas

Gavi, de Marbella a Málaga en un año

Los jugadores, en La Rosaleda este sábado. / Efe

Huérfana de fútbol de superélite en las últimas cuatro temporadas, Málaga recibe la llegada de la selección española con hambre atrasada. “Ciudad futbolera”, “ambiente diferente”, “estadio precioso”. Eran palabras de Luis Enrique y Jordi Alba en la sala de prensa Juan Cortés en la víspera. Los jugadores y el técnico han detectado ese cariño desde que la expedición puso pie en el Pablo Ruiz Picasso. Es el último encuentro de una temporada extenuante y hay un propósito de que sea una gran fiesta del fútbol, no obstante. Ver un estadio lleno y con ganas de divertirse es un buen estímulo para jugadores que sobrepasan, en algunos casos, los 5.000 minutos oficiales. Se jugaron partidos de Supercopa, Haaland y su Noruega, fases de ascenso a Segunda y Segunda B, la Copa de la Reina... Pero con las restricciones de la pandemia.

La República Checa es un buen contendiente. No hay equipo malo en la categoría A de la Nations League y los centroeuropeos, que no faltan a una Eurocopa desde 1992, no lo son, lo demostraron en Praga hace una semana. Hay quien todavía ve a esta nueva competición, que cumple su tercera edición, un engorro. Cierto es que hay una sobrecarga general de partido en el calendario y que los jugadores están exprimidos como limones. Pero la Nations, de la que España es vigente subcampeona, sustituye a los infumables partidos amistosos que rellenaban fechas, permite competir ante rivales del mismo nivel, la gran élite europea. Luis Enrique, con retranca, decía en la víspera que los grandes favoritos para el Mundial son Argentina y Brasil, “con mucha diferencia”. La realidad es que en los últimos cuatro Mundiales las finales fueron Italia-Francia, España-Países Bajos, Alemania-Argentina y Francia-Croacia. Cuatro títulos para el Viejo Continente, que ha roto el tradicional equilibrio con el americano.

España llegó a este sprint final de la temporada con algunas bajas importantes, estructurales podría decirse (Laporte, Pedri, Thiago y Oyarzabal), pero Luis Enrique ha formado un bloque compacto que siempre compite. Con errores, con algunas decisiones que no se entienden de manera unánime, como la confianza en Eric García. Pero España tiene a un técnico que marca diferencias. Ha devuelto a España a cotas que no se tocaban desde la generación gloriosa de 2008-2012. Después de eliminaciones dolorosas y tempranas en Brasil, Francia y Rusia, las semifinales de la Eurocopa de Inglaterra y la final de la Nations en Italia han supuesto un espaldarazo. Es posible que le falte algún punto de cocción, que no haya cracks mundiales. Pero el bloque ha ganado crédito. En esta secuencia final de junio se enlazan un buen partido con Portugal en Sevilla, otro malo en Praga con empate in extremis y una victoria muy necesaria en Suiza con algo de sufrimiento final que no borra una buena imagen general.

No hay malagueños en la selección (Migueli, Juanito, Fernando Hierro e Isco pudieron sentir eso en cuatro de los nueve partidos anteriores), pero hay un equipo más que una selección que contagia buenos valores. Transmite armonía y compañerismo, también competitividad. Hay quien ve a Luis Enrique un punto discordante, pero va en el paquete completo. Su carácter puede parece agrio, pero también es un paraguas para sus jugadores, que van a muerte con él. Jugadores de sensibilidades futbolísticas distintas coinciden en que es un técnico de primera línea y demuestran con su compromiso y esfuerzo que quieren y que se lo creen. Es el antepenúltimo partido antes del primero del Mundial de Catar, en el que esta generación tiene puestas muchas esperanzas. Y Málaga es un escenario de categoría para recibir a la selección española. Han pasado 40 años desde el último encuentro con puntos en juego, desde 1982. Entre los muros del coliseo de Martiricos se ha visto buen fútbol, el mejor. Con la inversión de Andalucía en la Federación para que la región sea sede habitual de la selección, el empuje del público también es una herramienta para pedir el regreso sin que pase largo tiempo. A la espera de tiempos mejores para el Málaga CF (el Sporting del alma de Luis Enrique vive situación similar, por ejemplo), bueno es un partido de la selección absoluta de fútbol. La Roja a la que Luis Aragonés le cambió el curso de su historia y la que otro Luis, Enrique, ha elevado a otro nivel.

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