Manu Molina: Rocío, cigalas, fútbol y sonrisas
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Son días de alegría en el Málaga, de sonrisas. Y ahí destaca Manu Molina, un elemento diferencial en el campo por su calidad pero también fuera gracias a su personalidad y talante. Irradia buen rollo y te lleva a su terreno en las distancias cortas. Más allá del futbolista se esconde una persona muy ligada a sus raíces, sus tradiciones y su gente de siempre. También un vertebrador de vestuarios.
Tuvo que salir joven de Huelva para comenzar a buscarse la vida como futbolista en la cantera del Espanyol. Le captó, cómo no podía ser de otro modo, el gran Manel Casanova. "Cuando salí de Huelva tuve opciones de varias canteras. Me decidí por lo que Casanova me transmitió. Lo queríamos. Fue una pena. Tenía un olfato con la cantera tremendo. Lo echamos de menos”, recordó en Área Malaguista, en 101TV.
Empezó un recorrido que luego le llevaría por diversos puntos de la geografía española. Estuvo en los filiales del Dépor y Valencia, también en plazas tan distintas como la del Ibiza, Zaragoza, Huesca, Lleida, La Balona... Aunque una de las que más le marcó fue la del Recreativo de Huelva, donde vivió episodios similares al de Linarejos pero más avanzado el curso: "Yo tan pronto no lo había sentido. Ganar allí son más que tres puntos. Que un domingo que puedes estar con la familia, gasten el tiempo en ir a apoyarnos... La afición es uno más del equipo”.
Insistió varias veces en que todo pasa por Martiricos: "De La Rosaleda no se nos puede escapar ningún punto. Fuera de casa estamos dando un buen nivel. Esa es la línea a seguir". También le gusta cómo está gestionando Pellicer el grupo: "He estado en plantillas que jugaban 13-14. Aquí no es el caso. El equipo va creciendo. No nos tenemos que conformar con los cuatro partidos ganados. Entre todos vamos a sumar".
Siente que todavía no está en su mejor momento pero sí que está alcanzándolo: "Dentro de poco se verá el Manu que todos quieren ver. En Zaragoza jugué poco y eso se nota. Aquí casi todos somos jugadores de tener el balón. Eso se nota dentro del campo. Nos buscamos porque sabemos las condiciones que tenemos cada uno. Cuando tienes la posesión, tienes más posibilidades”.
Donde mostró posiblemente su mejor nivel fue en Ibiza. Pero también le tocó vivir el peor momento de su vida: "Me noté un bultito en los testículos. Me dijeron que tenia un tumor testicular. No me tuve que dar quimio. Pasé por quirófano y me lo quitaron. Le di gracias a la vida. Es difícil quitarme la sonrisa".
Su buen rollo es contagioso y él tiene claro que es la mejor fórmula para todo en la vida: "Las cosas se sacan con alegría. Hay gente que se levanta a las cinco de la madrugada y llegan a su casa a las ocho de la tarde. Somos unos privilegiados". Eso sí, recordó que las risas son para cuando toca, que a veces hay que ponerse serio. Por eso sus prioridades son claras: "A nivel futbolístico a día de hoy sería un sueño subir con el Málaga. Pero lo más importante es tener salud y que mi familia esté bien”.
Así es Manu Molina, "rociero" que es uno más en la aldea de Almonte y que desde pequeño se mete bajo la virgen, si bien siempre ha preferido no saltar la reja. Lo vive con fervor de la mano de su grupo de siempre. Muy pegado a sus raíces, las fiestas navideñas en casa son un festival del producto onubense. Si Dioni le hacía un brindis a los bocatas de manteca, Molina es más "de cigalas".
Mientras se empapa de Málaga, ya nota que la gente le va conociendo en la calle aunque no en exceso. Es su deseo y el de su pareja, vivir la ciudad de cerca desde el mismo centro: "Los que somos andaluces nos gusta este ambiente. Tengo ganas de disfrutar de Málaga. He pasado por aquí pero nunca he vivido sus tradiciones. Vivir aquí nos va a dar ese plus”.
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