Matricula pillada al Málaga CF
El Málaga se hace previsible y sólo ha sumado tres de los últimos 18 puntos
Señales indisimulables de alarma porque el equipo se ha caído y el abismo ya no está tan lejos
La prioridad absoluta e innegociable para la viabilidad del Málaga es permanecer en Segunda División. Un notable primer tercio de campaña, con aire a favor tras haber esquivado una situación institucional crítica en verano, alimentaba el sueño de pelear por el play off de ascenso. No era algo descabellado vista la trayectoria, pero la realidad está golpeando duro al Málaga y recordándole cuál debe ser el objetivo. Hay que amarrar cuanto antes la permanencia y hay que empezar a ganar partidos. Se mueve en arenas movedizas el equipo de Pellicer.
Sea por la carestía de jugadores o por otra razón, el Málaga salió al partido contra la Ponferradina en una actitud parsimoniosa que chocó. Este equipo ha funcionado cuando ha jugado con el fulgor de un grupo de jugadores con sangre en el ojo, con hambre reivindicativa que disputaba cada balón como si fuera el último, conscientes de que estaban en un escaparate sin parangón en la categoría. Perdido ese estado febril, el Málaga es un equipo vulgar al que los rivales le han pillado la matrícula para hacerlo inofensivo. Tres puntos de los últimos 18 posibles, sólo cuatro goles en esos seis partidos, en los que sólo ha dejado una vez la portería a cero, ley sagrada para sumar. Sabido es que la categoría de plata tiene una igualdad extrema y que los detalles marcan la diferencia. El plan ofensivo ante la Ponferradina no dio resultado. Una vez obturado Ramón, no existió. El canterano se ha convertido en el dinamizador del juego, pero el brillo tiene el peaje de que los rivales le aprietan, lo cual habla bien de su progresión. Pero debe lidiar también con esa vigilancia.
Hay chispazos sueltos de los extremos, de los Yanis y Joaquín que han sido diferenciales y ahora no consiguen crear fuego en el área rival. En ataque apenas hubo unas pinceladas ante la Ponferradina y el banquillo no funciona. Jozabed y Jairo siguen sin dar el nivel que les precedía. Es verdad que no era realista pensar que iban a venir el jugador que era titular en un Celta que llegó a semifinales de Europa League y Copa y aquel chaval por el que Monchi pagó dos millones de euros con 19 años y que jugó sus minutos en un título de Europa League del Sevilla. Pero sí se esperaba que ofrecieran algo más del catálogo.
Tampoco llegaron soluciones desde Pellicer, que estuvo autocrítico en la sala de prensa. La apuesta actual, en suma, parece agotada. Hay que darle una vuelta a conceptos y, sobre todo, a esa actitud y agresividad bien entendida que ha disminuido, aunque sigue estando el Málaga entre la mitad alta de los equipos más tarjeteados. Puede ser cuestión de piernas, también, pero lo cierto es que el partido del sábado generó las peores sensaciones de la temporada. Hubo diferencia con Rayo, Mallorca o Espanyol, bastante nítida con equipos de la zona alta y claros favoritos al ascenso. Pero entonces se ofreció una buena reacción en los siguientes encuentros, algo que ahora no ha sucedido, es una tendencia de seis partidos.
Recién comenzada la segunda vuelta de la competición, queda una eternidad para llegar a la línea de meta, pero la categoría no perdona. Se acabó la primera con proyección de salvación, pero un par de malos resultados harían que ya se estuviera en los límites de los 50-51 puntos necesarios. Viene un tramo de temporada con rivales de la zona baja, Alcorcón y Zaragoza, ante los que es necesario sumar para mantener la distancia de seguridad con los puestos de descenso, que se puede acortar en el Cartagena-Mirandés de este lunes.
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