Miguel, del Málaga CF Genuine: "Mágico González me enseñó a jugar al fútbol"
La historia del portero blanquiazul, un gaditano que echó los dientes en el Carranza junto al mito salvadoreño
“¿Esto sale en Cádiz también?”. Esa es la primera preocupación de Miguel García Cantero (Cádiz, 1980), portero del Málaga CF Genuine. Miguel -o Miguelito- te araña el alma con un abrazo, te mira como un pillo y te conquista en la primera cita. Miguel te ve en la puerta de La Rosaleda y te pide un cigarro “pero no se lo digas a nadie” al mismo tiempo que le dice al conserje que le deje pasar que él es futbolista del Málaga. Miguel te aprieta contra su pecho y te besa la coronilla con el amor de una madre. Miguel es un cachondo, pero tiene genio y además es un genio despistado. Miguel es un corazón de oro que se deja un gol si eso hace feliz a un rival, aunque Miguel no tiene rivales sino compañeros. Miguel es una lección de vida y una lucha constante contra los demonios y las injusticias de la vida. Miguel tiene una historia detrás que merece ser contada con su voz.
Miguel tiene gracia en el acento, en las formas y en los dejes. A veces parece que en lugar de contarte las cosas te está enseñando sin dejar de abrir de par en par las puertas de su corazón y de sus recuerdos -sus tesoros- más queridos. “Mágico González me enseñó a jugar al fútbol. Mi madre, Rosa, se llevó muchos años limpiando el Carranza, más de 30. Yo siempre iba a ver al Cádiz. Me da mucha pena que ya no están los directivos de entonces, Irigoyen que en paz de descanse. Yo soy gaditano y quiero mucho a Cádiz. Pero también al Málaga, que me ha dado una oportunidad muy grande con el Genuine. Y tengo que aprovecharla. Si he hecho algo mal, pido perdón a los directivos del Málaga, a empezar otra de vez de nuevo y aquí no ha pasado nada. Voy a seguir con lo mío, a seguir adelante. Yastá”, comienza a relatar sin que nadie le dé cuerda, entremezclando pellizcos de su vida con alguna inocente trastada que queda en el aire (“de una vez que no quise salir al campo”). Una hermosa combinación de ingenuidad, cariño y responsabilidad.
“Yo conocí a Juan José, a Quevedo, Kiko Narváez, Arteaga, Pepe Szendrei, Tubo Fernández, Zárate, Duda… Duda estuvo en el Cádiz y también en el Málaga y el Sevilla. Era un pedazo de jugador. Ya se retiró, los veteranos se retiran del fútbol. Quiero a mi Cádiz porque soy gaditano, es mi tierra, pero quiero que se me escuche que también quiero a mi Málaga. Soy muy feliz en Málaga. En mi pecho llevo al Málaga y en la sangre al Cádiz”, cuenta, se excusa pero no se esconde. Y menudo elenco de futbolistas el que ha tenido la suerte de conocer personalmente. “Después de Mágico mi favorito es Duda, tenía una pata… No veas cómo le pega. Ahora me ve por La Rosaleda y me dice cosas de broma”, confiesa y no engaña. El portugués pincha a Miguelito cuando se lo cruza y a él le encanta ese juego: “Yo sé que es broma, le gusta el cachondeo. Y a mí también me gusta el cachondeo. Una cosa es cuando estoy serio en el campo y otra fuera. Picha, aquí venimos a entrenar”.
Te clava los ojos y se agita por dentro cuando te explica las enseñanzas del mito salvadoreño: “Mágico era muy bueno conmigo. Yo no sabía ni coger un balón. ‘Da pataditas’, me decía y yo le decía: ‘No me sale, Mágico González’. Me enseñó a tocar con los pies, parar el balón. Me dijo una vez: ‘El día de mañana vas a ser un pedazo de portero’. Y yo le respondía: ‘No creo, Mágico González, que el día de mañana vaya a estar en un equipo, en un equipo grande’ . ‘Pero si soy mu chiquitillo’, tenía nueve o diez años. Me dijo muchas cosas buenas y le quiero mucho. Me enseñó a regatear, a ser valiente en el uno contra uno”. Y se pone a repasar los goles marcados pese a ser guardameta con el Málaga Genuine: “Al Newcastle, al Zaragoza, al Alavés, al Bilbao… Soy muy feliz aquí gracias a los técnicos y los directivos”. Y acaba pidiendo perdón por ellos. Por los goles.
“Me decía que regateara y lo conseguí. Para mí ha sido el mejor, ni Messi ni Cristiano”, sentencia con firmeza antes de volver a tirar de anécdotas para contar su aterrizaje en Martiricos: “Mi psicólogo, Curro, me dijo que había fichado por el Málaga y yo le dije a él: ‘¿Cómo? No, a mí no me ha fichado nadie, Curro. ¿Cómo me va a fichar a mí el Málaga?’. No me lo esperaba”.
“Cuando salgo de la portería lo hago con cuidado para no lastimar a ningún compañero. El año pasado ganamos LaLiga Genuine LaLiga Genuine. Tenemos muy buen equipo. Para mí primero van mis compañeros y después yo. Se lo merecen día a día”, arranca de nuevo y te suma la anécdota de cuando hizo a un árbitro parar un partido porque había una rival lastimada. “Su madre me dijo: ‘¡Qué bueno eres!’. Se me saltaron las lágrimas. Yo estaba preocupado por la chavala, no por el partido. Señora, a mí no me lo tiene que agradecer. Juego limpio, no sucio”. “A una entrenadora malange le tuve que decir que aquí venimos a competir con juego limpio, no se viene a dar patadas ni lastimar a nadie. El campo es deportividad y respeto a los rivales, ¿me entiende?”, alecciona.
“Yo quiero a mí Cádiz y me da igual si va líder o no. Tiene un equipazo. Conozco al portero Cifu, al otro y al otro... También me preocupa el Málaga cuando le va malamente. A ver si consigue el play off y que le vayan las cosas bien, que tenga suerte y tire hacia arriba. Porque el Málaga tiene plantilla, aficionados...”, por si alguien se piensa que no está al día de la actualidad. “Qué pena que el jeque vendió a Ontiveros. Yo tengo una foto con él, es muy chiquitillo y ahora está en el Villarreal, que lo ha fichado. No veas cómo le pega a la pelota”. Ninguna mentira.
Le gusta Munir, la posición tira, del Málaga actual. Presume de autógrafo y de los guantes que le regaló el internacional marroquí. Antes de despedirse -en la sala de prensa de La Rosaleda, donde quiso ser entrevistado- recuerda que tiene amor para todos de Cádiz a Málaga y da las gracias a los que le han traído hasta aquí y a los que dejó atrás. Demasiada pureza en un mundo tantas veces desagradecido.
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