Munir cata la crueldad

Málaga CF - Deportivo

El grosero error del meta marroquí dilapidó las últimas opciones

Ejemplar reacción de la afición, que le da cariño hundido

Munir, consolado por Luis Hernández.
Munir, consolado por Luis Hernández. / Marilú Báez

“El primer campo de Primera que pisé en mi vida fue La Rosaleda”, decía en una entrevista en este periódico, allá por septiembre, Munir Mohand Mohamedi. El melillense tenía familia en la Costa del Sol y la frecuentaba. Y soñaba con jugar algún día y por eso estaba radiante el día de su presentación con la camiseta del Málaga. Se le cayó encima La Rosaleda.

No estuvo afortunado en el partido de Riazor el meta marroquí, el cuarto gol era muy parable y en alguno de los anteriores pudo hacer más. Apuraba el Málaga sus opciones, incapaz de hacer un gol pero aún vivo con dos goles que marcar. Cuentan que Di Stéfano le dijo a un portero que sólo le pedía que no metiera las pelotas que iban para fuera. Munir no le hizo caso. Lanzó Álex Bergantiños un disparo, sin demasiada fe, que iba ligeramente desviado. La premura por querer agarrar la bola y sacar el contragolpe le hizo cometer un error muy grosero. Seguramente en los tres palos de Ontiveros en la eliminatoria y en la portería estuvo, a grandes rasgos, el pase a la final por el ascenso.

Munir lloraba desconsolado nada más recibir el gol. Estaba tirado aún en el suelo cuando el balón se ponía en juego. Su error había quemado las últimas opciones que había de remontar una eliminatoria que ya estaba empinadísima, no obstante.

Hizo el Málaga muchos esfuerzos diplomáticos, también el propio jugador, para que no se fuera a la Copa de África a jugar con Marruecos. Hasta el último momento no hubo confirmación oficial, se incorporaría cuando se acabara la fase. Sólo Munir sabe si esa incertidumbre estuvo en su cabeza y le afectó para no dar su mejor versión en esta eliminatoria. Pero lo cierto es que distó mucho de su mejor versión. Y cató en carne propia lo que es la crueldad de un error.

Se fue pronto Munir al vestuario, pero reclamado por la afición no tardó en salir, en un ejercicio de comprensión poco frecuente en este nivel profesional. Querido en el vestuario, valorado por su esfuerzo, el fútbol le debe una a Munir.

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