El músculo del malaguismo
Málaga CF - Deportivo
Hay un caudal de malaguistas importante que no se debe dilapidar
El malaguismo se pregunta en ocasiones por qué Alavés, Osasuna, Recreativo o Mallorca han jugado, por ejemplo, finales de Copa del Rey en este siglo y el equipo no la ha olido. Sí, ha jugado una Champions imborrable y una UEFA, pero queda lejos esa sensación extraña de ver de cerca un título.
Hay también cierto fatalismo con la abundancia de aficionados del Madrid y del Barcelona en la provincia. Si con más de millón y medio de habitantes no se llena un recinto de 30.000 espectadores, seguramente algo falle. Pero hay músculo y un corazón, más allá de la derrota y de la categoría en que se juegue. Hay más arterias o menos según el momento, pero siempre hay riego blanquiazul.
“Es un partido para disfrutar, no para sufrir. Meteos eso en la cabeza. Os vais a acordar de este partido el resto de vuestra vida”, le decía Víctor Sánchez del Amo a sus jugadores dentro del autobús en el espectacular recibimiento. Dentro de su lenguaje que a veces parece derivar hacia la autoayuda hay mensajes interesantes del técnico madrileño. Es una reflexión extrapolable a la afición que acudió ayer a La Rosaleda. Al padre y al hijo que acudían juntos. Seguro que el chaval que fue al templo blanquiazul no lo olvidará jamás y, aun en la derrota, algo quedó del encuentro. Siempre hay una moraleja positiva en cualquier circunstancia adversa. La impresionante actitud de la afición para apoyar a un equipo destrozado tras la derrota es un ejemplo y un camino.
Y es que, con el equipo en Segunda, con un momento institucional bastante convulso y con la propiedad del club en los juzgados, la ilusión permanece. Pero hay que alimentarla, no dejar de ser un palo tremendo no subir después de manejar el mayor presupuesto de la categoría, después de pasar una década en la élite del fútbol español ininterrumpida. Los ejemplos de Mallorca y Zaragoza, ganadores de títulos en la década anterior o finalistas europeos en los 90, han sido recurrentes a la hora de avisar del fango que es esta categoría, en la que el Málaga queda atrapado.
Es previsible que el club siga en los juzgados un tiempo más y eso no ayudará a la estabilidad. Lo ideal sería un ejercicio de responsabilidad entre Al-Thani y BlueBay, pero es poco previsible. Empero, queda la consciencia de que hay un caudal de aficionados que quieren al club de su ciudad o de su provincia. Es un fracaso no ascender, pero el músculo que sacó el malaguismo antes y después del partido no debe caer en saco roto. El grito de “Cómo no te voy a querer” que sonaba al final del partido mezclados con otros cánticos, como un "Víctor, quédate", sobrecogía. No lo desperdicien.
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