Ontiveros, un año después

Málaga CF | El jugador número 12

El pasado enero, salió cedido a Valladolid, ahora es la única bala revulsiva de Muñiz tras el descanso

Javier Ontiveros posa ante la cámara en una entrevista con este periódico hace unas semanas.
Javier Ontiveros posa ante la cámara en una entrevista con este periódico hace unas semanas. / Javier Albiñana

Fue apenas un cuarto de hora lo que Javier Ontiveros estuvo sobre el verde del Carlos Tartiere el pasado sábado. Suficientes por otro lado para enseñar de qué es capaz el marbellí cuando tiene la oportunidad de sacar a paseo su fútbol, sus condiciones para destacar en este deporte. En el 78’, el cartelón anunciaba el cambio: salía el 22 y entraba el 17. Pacheco, intrascendente ante los ovetenses, dejaba su sitio al joven canterano que en tiempo récord se encargó de producir todo lo que no habían hechos sus compañeros en más de una hora.

El primer balón que tocó Ontiveros fue de pura verticalidad. Se pegó el balón al pie, arrancó la moto y acabó colándose en el área, disparando muy forzado con la diestra. Se iba alto. Pero era eso lo que necesitaba el Málaga, agitación, alguien que demostrara que el equipo estaba vivo y de eso tiene mucho el marbellí. Es nervio y temple, como para correr a por un balón que se pierde por línea de banda, alcanzarlo e inventarse un sombrerito repleto de frialdad para zafarse de un jugador del Oviedo. Eso, y los dos balones que sirvió para abrir el marcador. Más en tan poco tiempo no pudo hacer el joven de 21 años.

El próximo mes de enero se cumplirá un año de la cesión de Ontiveros al Real Valladolid. El 31 de enero, a punto de cerrarse el mercado, el club decidía que el marbellí no tenía sitio, que su lugar lo debía ocupar otro. De aquella situación, que acabó con el descenso del Málaga a la división de plata, a la actual, el extremo ha dado un vuelco en su carrera. Queda poco de aquel chico complicado, con carácter y terriblemente inexperto en la élite pese a sus indudables condiciones. Le pesó demasiado el episodio tras la derrota en Valencia (5-0), en el que se le pudo ver en una famosa discoteca en Granada horas después del varapalo en Mestalla. Aquello salió a la luz pública y quedó apartado del grupo durante un par de semanas. Míchel le acabaría perdonando pero no volvería tan eléctrico. Su cesión en Pucela, donde vivió el ascenso, hizo madurar al Ontiveros que hoy vuelve a defender la elástica blanquiazul con tanta presencia.

Su aporte con el rival cansado dista mucho de lo que genera en una hora desde el inicio

La transformación de Ontiveros ha sido total en los últimos meses. Atrás quedó ese carácter complicado y la falta de implicación en las tareas ofensivas. Mantiene la esencia con la que enamoró a los asistentes a la Federación para ver al Atlético Malagueño y ejerce de incordio para el rival en la banda izquierda.

Ahora, con Juan Ramón López Muñiz ha pasado a ser el jugador número 12. Cabe destacar que ha tenido mucha protagonismo como titular el marbellí. Han sido 10 ocasiones en las que partió de inicio de los 17 encuentros que ha disputado en LaLiga 1|2|3 en lo que va de curso, pero no tuvo el impacto necesario para consolidarse. Sí lo ha hecho desde el banquillo. En una plantilla en la que Muñiz ya ha dejado entrever con sus actos que no tiene soluciones entre sus hombres una vez que alinea a los 11 mejores, el marbellí sí responde saltando como relevo, donde ha ganado continuidad y regularidad.

Muñiz entiende que el extremo puede aportarle más partiendo desde el banquillo que como titular. La media hora que puede aportar con el rival cansado dista mucho de lo que genera en una hora desde el inicio. La función revulsiva de Ontiveros es innegable a estas alturas y eso el gijonés lo valora muy positivamente.

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