Pagar la entrada sin nadie

Juande, protagonista del empate a la épica en Martiricos

Los balnquiazules, aún suman más fuera que en su estadio

La reacción del central tras sus dos dianas evidenció el secreto a voces que esconde el fútbol en la era del Covid-19

Juande celebra su primer gol junto a Orlando Sá y Joaquín Muñoz.
Juande celebra su primer gol junto a Orlando Sá y Joaquín Muñoz. / Marilú Báez
R. D.

29 de noviembre 2020 - 07:20

El gambeteo de Joaquín por la banda izquierda era un presagio. Puso el malagueño la pelota en el área, por abajo y con la zurda la rebañó sobre la marcha Juande. Un disparo desesperado, con la fe del que remonta. Marcó el central de la cantera del Málaga y se encaró con una grada vacía, más desangelada que la despensa de un piso de estudiantes. Los gritos se quedaron frente a las televisiones pero a Juande no le importó. Fue como si en su cabeza escuchase el rugido, como si el aforo de La Rosaleda estuviese casi al completo y empezara a pagarles parte de la entrada de un partido contra el Lugo Lugo. Pidió más, se besó el escudo y al darse la vuelta para dirigirse a su campo, volvió a mirar la grada, sin terminar de creerse que estaban remando solos.

A tres de final, cuando el extraño cabezazo que remataba a gol un centro de Ramón acabó de entrar, Juande y el resto de sus compañeros volvieron a echar en falta La Rosaleda. A su gente. Al fin y al cabo, la nueva hornada de canteranos malaguistas descubre la continuidad en el fútbol profesional en la era Covid. Sin nadie en las gradas, sin más aliento que el virtual ni más pitos que las redes sociales. El gesto de Juande, a la postre héroe del empate, le dio un punto sentimental a un partido extraño, en el que los de Pellicer explotaron cuando peor les iba.

“La primera parte nos ha costado un poco más, ellos han salido bastante fuertes y nos han presionado bien. En la segunda, con uno menos, hemos estado mucho mejor. Hemos demostrado que con actitud el equipo puede con cualquiera, incluso con un jugador menos. El míster nos lo ha dicho en el descanso; que creyésemos, que era un día importante porque íbamos a sacar el partido adelante e íbamos a remontar. Hemos creído todos y se ha visto en el campo. Estamos contentos con el punto por como se ha dado”, explicaba el central tras el partido en el que se apuntó un doblete y ya van cuatro dianas en lo que va de temporada. Nadie ha marcado más que él en los blanquiazules en lo que va de curso. Tiene motivos para fardar.

Es un arma más cuando se ponen los marcadores en contra y el equipo necesita presencia y cabeceo. Con sus cuatro dianas, el equipo ha rascado puntos que hacen olvidar que es un jugador en construcción, con 21 años, y que a veces muestra sus costuras. Nada grave en su crecimiento.

“No marcaba gol desde hace muchos años y este se está dando bastante bien en ese ámbito. Lo importante es que hemos sumado y ya con la cabeza pensando en el Fuenlabrada, no hay tiempo para celebrarlo demasiado. Esto es muy rápido y en cuatro días tenemos otro partido importantísimo. Es muy especial porque es mi primer año como profesional. Estoy siempre con muchas ganas, intentando mejorar cada día, y como digo siempre; con actitud, trabajo y sacrificio irán llegando poco a poco las cosas”, explicaba a los medios del club malacitano.

Sin el ejercicio social que supone el fútbol, con los audímetros como buenos aliados en los presupuestos de los equipos, el Málaga trata de asentarse como buen equipo en su cancha. De momento, no le acaba de salir: ha ganado tantos partidos como ha perdido (dos) y completa el bagaje local con tres empates. En el global, lejos de La Rosaleda ha sumado 13 de los 22 puntos que lleva, cuatro más que como local.

De hecho, antes de que concluya esta jornada, sólo hay dos equipos que suman más como visitantes que el Málaga: Mallorca y Almería. Es una de las peculiaridades estadísticas de los blanquiazules a estas alturas del curso como el número de goles encajados: 20. El máximo de momento de la categoría, cifra que comparte con Las Palmas, Castellón y Sabadell, conjuntos con un envite menos que los de Pellicer. Crece el equipo sin nadie que le disfrute en directo, sin los vínculos humanos que da un estadio en el que se disfruta o sufre acompañado. Fútbol sin todas sus propiedades. Fútbol moderno.

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