Pepe Mel ya tuvo un acuerdo con el Málaga antes de la llegada de Guede

Estaba llamado a ser el entrenador de la 2022/2023 pero las circunstancias cambiaron

Nacho Pérez será el ayudante de Mel

La solución tras un arranque nefasto

Pepe Mel, en La Rosaleda / Marilú Báez

El destino tenía que unir los caminos de Pepe Mel y el Málaga CF. Lo tenía pendiente desde hace tiempo y ahora se cumple, no en el mejor de los escenarios, pero ha llegado el momento. De hecho, lo hace con algo de retraso, porque el entrenador madrileño era el primer elegido del club de Martiricos para dirigir al equipo en esta temporada 2022/2023, sin embargo la deriva deportiva del curso anterior obligó a desviarse del plan original.

En un primer momento, cuando la etapa de José Alberto López estaba llegando a su fin, la situación no era idílica pero tampoco grave. El equipo andaba de capa caída pero todavía ocupaba la 14ª posición con 31 puntos tras la jornada 24. Nadie pensaba que la permanencia podría correr peligro, de hecho el debate que había encima de la mesa (con mercado abierto aún) es si todavía daba tiempo a pelear por alcanzar los play off.

En realidad, ya habían pasado bastantes jornadas como para saber que el equipo era más cortito de lo que parecía en todos los sentidos. En la entidad sólo querían terminar con dignidad el curso sin hipotecar demasiado el siguiente, donde ya sí había planes de conformar una plantilla más competitiva. Por eso acabó llegando Natxo González.

El entrenador vitoriano era el mejor candidato dentro de los márgenes en los que se quería -y podía- mover el Málaga a nivel de gasto económico y también de exigencias. Otros técnicos de más caché que estaban libres y en disposición de firmar por los blanquiazules exigían cantidades prohibitivas en ese momento o directamente que les garantizaran un segundo año.

La dirección deportiva descartó algunos nombres que a priori resultaban más apetecibles pero que chocaban con el plan de futuro. Natxo tenía que ser un hombre de transición tranquila con el que amarrar la permanencia antes de la llegada en verano de Pepe Mel, que tenía un acuerdo con el Málaga. El madrileño, cuentan, andaba muy ilusionado porque a estas alturas de su carrera valora las plazas con solera y La Rosaleda lo es.

Y llegó el fútbol y lo puso todo patas arriba. El equipo con Natxo fue a peor, hiciera lo que hiciera no llegaban los resultados (a veces los mereció), y el Málaga entró en una espiral que parecía conducirle a Primera RFEF. Tras diez partidos (seis derrotas, tres empates y un solo triunfo), el vitoriano fue despedido y había que tomar medidas de urgencia.

El Málaga necesitaba un revulsivo, alguien con carácter que agitase vestuario y grada. Guede, que construyó su carrera alrededor de la idea de volver al club blanquiazul algún día y triunfar, aceptó el reto. No exigió ni pidió nada, solamente quería poder pilotar la nave el curso siguiente y moldear un equipo a su medida con el ascenso entre ceja y ceja.

Nuevamente el fútbol habló y dictó sentencia en el campo. El argentino acaba de manera abrupta su etapa como entrenador del Málaga y el testigo lo recoge Pepe Mel, que parecía destinado a ser el hombre del banquillo. Manolo Gaspar, a quien le han ofrecido infinidad de técnicos, tira del madrileño, contrastado y con quien se debía un baile.

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