El Málaga CF se hace el harakiri ante el Albacete (1-2)
Los manchegos se ponen 0-2 a los seis minutos y la grada pide la cabeza de Guede
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El Málaga se hizo el harakiri con el Albacete, que efectivamente está con flow. Los manchegos, con el manual de Segunda División bajo el brazo, liquidaron al conjunto blanquiazul en seis minutos, lo que necesitaron. El resto fue jugar con la desesperación del adversario, que en La Rosaleda es un manojo de nervios. No fluyen los de Guede, que se quedan con tres puntos de doce. Pero la cuestión ya no es numérica. La afición, o parte de ella, no hace tabla rasa y tiene en la libreta apuntes del curso anterior. Al argentino le han bajado el pulgar.
Y eso que había picorcito en las gradas de La Rosaleda. Con muy poquitas personas, la gente se dejó notar cuando saltó el Albacete a calentar y, sobre todo, cuando lo hizo el Málaga. Los rugidos aumentaron con el balón a punto de echar a rodar con el impulso de Fondo Sur 1904. Y ya se sabe que cuando hay fiesta fuera del verde, llegan los disgustos dentro.
Todavía se estaba echando un ojo al equipo, a quién sería el central de guardia, si Genaro o Escassi, cómo encajaría Ramón en la base del equipo que ganó en Miranda. Tampoco había mucho más que hacer con las múltiples bajas del conjunto blanquiazul. Y los de Guede salieron como un toro de los chiqueros, con tanto ímpetu que cuando quiso mirar atrás, ya iba 0-2 perdiendo para incredulidad de los presentes.
Antes del tanto de Higinio, que mostró las vergüenzas defensivas del equipo blanquiazul, el Albacete había parado sendas salidas del Málaga frenando en falta a Rubén Castro primero y a Fran Sol en la siguiente. Contrasta con la pasividad y falta de nervio de los malacitanos, que parecían alevines contra el Cosmos de Nueva York. El segundo nació de un pérdida de Fran Sol, que no se entendió con Escassi. El resto del ataque hasta que llegó el tanto de Manu Fuster dio vergüenza ajena.
Después de que vengas de un 0-4 ante Las Palmas, el Albacete no puede ponerse 0-2 en tu campo. El conjunto blanquiazul hizo el ademán de meterse en el partido con un disparo de Rubén Castro que se fue por poco. El canario acabó la primera mitad desesperado porque nadie parecía echarle cuenta. El tanto de Escassi sirvió para apaciguar los ánimos, pero el coraje de su celebración no coincidía con la caraja que tenía el Málaga en general, que tuvo algún acercamiento más pero no anduvo lejos de recibir la puntilla (Manolo evitó el más claro). Para colmo, justo cuando la inercia podía llevar al empate -por pura anarquía- el árbitro (que estaba siendo infame en la dirección) se lesionó y tuvo que dejar su sitio al cuarto árbitro. Se añadieron seis minutos cuando llegó el 45, pero la atención a Higinio tras un impacto con la cabeza de Juanfran, mandó al limbo un buen puñado de segundos.
Guede no se quedó quieto. Quitó a Genaro, superadísimo como central, y a un Ramón desnortado. La solución fue hacer debutar a N’Diaye y volver a contar con Jozabed en el doble pivote, dejando a Escassi en el centro de la zaga con Juande. A partir de ese momento la escuadra local no fue peor que el Alba, pero tampoco mucho mejor. Tampoco está claro si era que empujaba al rival o que ellos esperaban. Un poco de todo, quizás.
La tuvo Castro por dos veces, pero el poste y Boyomo evitaron que firmase el empate en el 53’. Minutos más tarde, Maikel le quitó un balón casi de la bota al canario y en la continuación sacaron bajo palos el intento de Fran Sol. Después, muy poco más. El Alba tenía clarísimo que había que cortar la circulación y las transiciones malaguistas con faltas y pérdidas de tiempo. Nada que reprochar.
Los cambios que llegaron después generaron cierto caos del que no tocó ni la pedrea. De hecho, los manchegos tuvieron el tercero en la penúltima acción del choque. Lo que no es tan habitual es que en la cuarta jornada gran parte del estadio pida la salida del entrenador.
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