Dignidad intacta (1-2)
Resultado y crónica del Málaga CF - Granada de Copa del Rey
El Málaga iba 0-2 a la media hora pero reaccionó y puso en aprietos al Granada hasta el final
Está el camino lleno de viejos anhelos y deseos no satisfechos. De ilusiones rotas y flores marchitas. Barcos que no llegaron a puerto. El Málaga, con la flota justita, quiso ver en la Copa del Rey una ruta que no llevaba a Ítaca pero que dotaba al ambiente de un aroma revitalizador. Durante un par de ratos, olvidaba su realidad y transitaba por los sueños. Incluso después de llegar el Granada con la escoba, renegó de la idea de rendirse y murió matando. Eliminatoria perdida, dignidad intacta.
El Málaga aplastó a un Segunda B, se desfondó para eliminar a un Segunda y vivió dos vidas distintas ante un Primera europeo. Honró el escudo y respetó el torneo, algo que no siempre ha sucedido en la ribera del Guadalmedina. “Bailemos, qué diablos”, se dijeron a sí mismos Pellicer y sus hombres, contados hombres.
No escatimó esta vez, con el fin de semana huérfano de liga, en utilizar a más profesionales de los que había venido citando para el torneo del KO. Un once que podría haber sido el de cualquier partido liguero con algún matiz, con Quintana como único elemento alternativo. Tampoco el banquillo era bisoño, al revés.
Quién sabe si quizás esa energía inconsciente de la juventud era parte del secreto copero del Málaga, que se derramó por el césped en apenas media. El primer gol llegó por pura mala fortuna. Una falta más que discutible y un disparo que se coló por debajo de la barrera tras tocar en Escassi. Puro dominó. El segundo fue otra cosa. Soro desnudó de manera obscena a Alexander González, sito en el lateral zurdo, y cedió al incombustible Jorge Molina, de oficio goleador, que añadió su enésima muesca al revólver.
El Granada tiene que ser un espejo para el Málaga en todos los sentidos. Hay que recordar que subió el mismo año que los blanquiazules dilapidaban sus últimos lingotes de oro. La cuestión no es sólo subir, es poner cimientos y luego darle forma con toneladas de paciencia. Es apostar por la felicidad duradera antes que por el placer inmediato.
Parece que el Málaga va por ese buen camino en este sentido. Aunque durante más de una hora anduvo sin brújula, con la sensación de que en dos años la distancia entre clubes no son solamente dos escalones. Ni siquiera se vio al irrefrenable Rahmani hacer de las suyas. Sin embargo, no renunció al partido Pellicer, que metió a Caye Quintana y Chavarría tras el descanso y fue introduciendo a Joaquín, Cristian y Luis Muñoz.
De pronto, se alborotó la eliminatoria y se equilibraron las fuerzas. Un tanto de Caye rompió la plácida mañana del Granada, a quien le entraron las prisas y las dudas. El Málaga, destapado, anduvo cerca de forzar la prórroga, dejando además la sensación de que igual no estaban tan lejos de justificar el sueño. Ahora vuelta a la rutina, que también se puede adornar y pintar de colores. "Why not?", que diría Rahmani.
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