Victorias parciales (1-1)

Resultado y crónica del Málaga CF - Rayo Vallecano

El Málaga cuaja una gran primera mitad ante el Rayo Vallecano, pero le faltó mayor acierto

Los de Paco Jémez desactivaron a los de Víctor en la segunda mitad y arañaron el empate

Los jugadores del Málaga celebran el gol de Cifu.
Los jugadores del Málaga celebran el gol de Cifu. / Javier Albinaña

El Málaga no está sabiendo ganar. No es cuestión de deseo. Eso le sobra. Se atranca porque le faltan esencias, está desvestido en partes fundamentales y la corta longitud de plantilla también lo es de recursos para marcar diferencias durante un tiempo prolongado (además de minar su factor sorpresa). Hay un plan A más que decente para lo que ha sido el verano de Al-Thani, Caminero y compañía. Buenas, magníficas maneras, en la primera mitad. Tortazo de realidad en la segunda.

La Rosaleda adora a Cifu y no es por casualidad. Al granadino nadie le ha regalado nada, al contrario. Después de años intentando abrirse camino como blanquiazules (cesiones mediante), fue justo cuando acababa contrato cuando se adueñó del carril derecho y se ganó la renovación y los galones. Ahora es un espíritu libre y cada cabalgada cuenta con el aliento del estadio.

Así llegó el primer gol, después de una jugada combinativa deliciosa. Juanpi, Sadiku, Adrián y Cifu, que llegó como esos laterales brasileños que son delanteros, centrocampistas y todo. Lo que falta de calidad lo compensa con carácter, personalidad y un físico imponente.

Ayudó al Málaga que el Rayo Vallecano tiene un sello muy marcado por su entrenador, Paco Jémez. Daba la sensación de que Víctor conocía todas las cosquillas del rival. Porque salvo un rato de pasión rayista (con intervención salvadora de Munir ante el malagueño Pozo), el juego, la idea y las ocasiones eran blanquiazules, con un Juanpi ágil de mente y piernas. El venezolano lució, pero sin desmerecer la labor de Sadiku –que presenta su candidatura a nuevo Tiburón– y el marcial Benkhemassa.

Supo a poco el marcador después de sumar cuatro o cinco ocasiones de muchísima claridad y mérito (una de ellas llegó tras una presión de hasta cinco hombres a la salida de balón rayista). Y el Rayo salió con otro aire y otro hambre, además de con Bebé, que amenazó pronto. Embarba empató tras un desajuste del Málaga en defensa.

Retocó el equipo Víctor, quitando a Lombán por Lorenzo y provocando un efecto dominó de piezas pero que no dio efectos inmediatos ni a más largo plazo. El Rayo monopolizó el balón ante un Málaga fundido y al que perseguir sombras le desdibujó. Si alguien pudo llevarse en la segunda mitad los tres puntos, fue el equipo de Jémez, que neutralizó al rival con un par de buenos ajustes.

Segundo empate consecutivo de un Málaga que avanza demasiado lento. Seis puntos de 18 posibles. Es lo que pasa cuando se hacen las cosas de manera irresponsable, que los profesionales no puede vivir de generar milagros continuos.

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