(2-1) Blandos en la selva
Resultado y crónica del Real Oviedo - Málaga CF
El Málaga regresa de Oviedo de vacío después de rozar la proeza pero concediendo dos goles fáciles a Borja Bastón
Los blanquiazules enviaron dos balones a la madera después de lograr el empate por mediación de Genaro
El Málaga tiene que cambiar el chip o volverá a ver más partidos como el de Oviedo. Domina algunas disciplinas muy valiosas en la categoría como el balón parado, que en el Tartiere le sirvió para invitarse al reparto de puntos pero resultó insuficiente porque peca en defensa. Es imperdonable regalar dos goles de esa manera, sin oposición. Los blandos no sobreviven mucho tiempo en la selva de plata y este Málaga tiene que endurecerse. Quizás sea este el camino, es de los golpes.
Negar, por otro lado, que esto se acentúa lejos de La Rosaleda sería absurdo. Repite ciertos patrones lejos de sus 15.000 escoltas, le cuesta enchufarse. No es desidia, porque actitud hay, es que no fluye, va a tirones. Por eso no puede regresar a la versión que encajaba dos goles por visita con suma facilidad.
José Alberto confesó minutos antes de empezar que no veía el momento de meter a un Chavarría ansioso por volver a competir. Una noticia que encendió al malaguismo, que ve en el argentino un estandarte. El resto, dentro de lo previsto. Lombán siguió por tercera jornada consecutiva y las bandas se las quedaron Paulino y Kevin.
Despejadas las dudas, planteado el plan A, tocaba ver cómo se desenvolvía el Málaga ante un rival desconcertante como el Oviedo, con calidad pero poco continuo, especialmente en el Tartiere. Sin embargo los de Ziganda impusieron su ley desde el primer minuto, con el conjunto malacitano persiguiendo sombras y con serios problemas para trenzar con cierto sentido.
Tardó 20 minutos en adelantarse el Oviedo y con todo merecimiento. Tras varios acercamientos muy serios, tenía que ser Borja Bastón –de mal recuerdo en Málaga– quien quitase el precinto a la portería de Dani Martín. Un gol que no se puede conceder, no tan fácil. El delantero ovetense se impuso al capitán Lombán con suma facilidad.
Son esos tramos en los que el Málaga desaparece, se queda sin rostro, sin personalidad. Tramos en los que viaja a impulsos, en el que los futbolistas se tratan como desconocidos. De vez en cuando cuela una flecha en las defensas del rival (como el disparo con la zurda que autogestionó Paulino), poca cosa. El Oviedo apagó todas la luces, lo cual también incluía en el pack la persecución a Kevin y la fijación con sus tobillos.
Llegar al descanso fue una bendición para el Málaga, superado y que anduvo cerca de irse con algún tanto más de desventaja. José Alberto tuvo a varios futbolistas calentando. Turno para demostrar su pericia descifrando partidos complejos. Un par de teclas tocó para empezar. Puso a Brandon por Chavarría y dio minutos a Haitam quitando a un Jozabed que apenas había podido lucir. Eso provocó que Paulino se situase por dentro y los canteranos se quedaron los extremos.
Hubo una cierta mejora, con más posesión y algo de acción por los flancos. El Oviedo, con el marcador de su parte, seguía amenazando con frecuencia, aprovechando pérdidas y espacios. José Alberto retiró al castigado Kevin, que se fue obligando a Femenía a enviar un disparo envenenado a córner y con su tobillo gritando basta. Con él se fue Cufré. Cambio total en la izquierda con Antoñín y Javi Jiménez. Cerró con Ramón Enríquez cogiendo el timón de Escassi. un escenario nuevo para levantar un partido complicado pero que se abría.
Entonces el Málaga logró sacar uno de sus comodines de esta temporada, las acciones a balón parado. Otra la sociedad Víctor Gómez-Genaro. El lateral botó el córner y el centrocampista ejecutó imperial. Ziganda se metió también en la ruleta de los cambios y el Oviedo comenzó a destilar ansiedad.
Estaba empezando a tomar tintes épicos el partido, con la lluvia furiosa sobre el Tartiere. Haitam mandó un centro chut al travesaño, Dani Martín sacó un balón de la escuadra, Antoñín tiró de genio y se chocó con la madera. Y en la ruleta rusa el Oviedo filtró un balón al corazón del área que la defensa se volvió a comer y Borja Bastón culminó su vendetta. Se ve que sí sabía marcar goles, lástima que en Málaga no lo demostrara.
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