Primera se escapa (1-0)

Resultado y crónica del Granada-Málaga CF

El Málaga naufraga en Los Cármenes ante un Granada al que dejó adelantarse a los cinco minutos

N'Diaye vio su segunda amarilla nada más comenzar la segunda mitad

Blanco Leschuk trata de controlar un balón en el Granada-Málaga CF. / LaLiga

El Málaga tiene que empezar a pensar en otra manera de buscar el ascenso a Primera División. El Granada se le ha ido a seis puntos, justo lo que valen los dos encuentros que los vecinos le han ganado en esta temporada. Eso, además, lleva la bola extra del golaverage. Los blanquiazules tienen que espabilar o van a terminar cediendo su plaza de play off a esos otros conjuntos que no son mejores pero que cada semana demuestran más hambre y convicción. Ya no sirven tiritas ni acariciar la espalda. El mayor presupuesto de Segunda no puede ir así por la categoría.

Menos de cinco minutos tardó el Granada en adelantarse al Málaga en Los Cármenes. Lo hizo en una jugada de esas que deben estar controladas. Un centro lateral que alguien debió despejar pero que acabó en la red. En la fotografía del gol apareció Ricca, el capitán. Con ventaja sobre Puertas, al que vio, al que miró, al que dejó. No fue un robo de cartera, ni siquiera se puede decir eso. Fue un pasillo, una alfombra mojada como el verde granadino.

Es, posiblemente, reflejo de lo que le pasa a este Málaga, que cada día que transcurre se asemeja más y más al del año anterior. La diferencia es que juega contra rivales peores. Faltó (falta) espíritu. Y si no lo tiene el capitán cuando comienza una cita de tal calado, es difícil encontrarlo en los demás.

Decepción en las gradas

Si te plantas en Granada con la intención de discutirle el segundo puesto a falta de menos de diez jornadas y con varios miles de malaguistas en las gradas, lo mínimo es que salgas con los ojos inyectados en sangre. En cambio, el Málaga se muestra como un conjunto medroso y que se desactiva al primer pescozón. Ahí no entran sistemas ni picos de forma, es cuestión de coraje y corazón, como reza el himno.

Tuvo 40 minutos el Málaga para cambiar ciertas percepciones, pero si alguien se asomó al área rival fue el Granada, que sin nada del otro mundo dio una lección de orden y sentido a un conjunto blanquiazul que se supone que presume de eso. Lo único bueno es que esta Segunda División casi siempre concede redenciones sobre la marcha. El 1-0 dejaba una rendija abierta.

Segunda mitad

Para colmo de males malaguistas, Muñiz quitó del campo a Keidi Bare en el descanso para dar entrada a Seleznov (y Alejo por Mula). Y a los tres minutos N’Diaye vio la segunda amarilla. Para colmo, al asturiano le dio un nuevo ataque de entrenador y su solución fue gastar el último cambio en meter a Cifu por Iván Rodríguez.

El Granada no hizo sangre a pesar de que el Málaga estaba más muerto que vivo. Martínez tiró de alguno de sus puñales, pero no inquietó a Munir en demasía. A los blanquiazules les daba una mínima esperanza de rescatar algo aunque sólo fuera por la cercanía en el marcador. Ontiveros fue el que más lo intentó, pero faltaba clarividencia. Y esa carencia viene de lejos. Y es general. Y ya no tiene cura.

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