La luz de Tete (2-0)

Resultado y crónica del Málaga CF - Girona

El Málaga gana con solvencia al Girona y toma algo de impulso y estímulo

Los visitantes jugaron con diez desde casi el 1-0 y luego la roja a Adrián igualó fuerzas en la recta final

Los jugadores celebran el gol de Cifu en el Málaga-Girona. / Marilú Báez

Dicen que la luz de Cádiz tiene algo especial. No sabemos también si sus hijos la poseen, pero si es aí debe ser algo parecido a lo que desprende Tete Morente. Un descarte del Lugo que gana lo mínimo que puede cobrar un futbolista profesional en España y que tiene aura propia. El triunfo del Málaga sobre el Girona, aunque no sus goles, lleva su firma, como casi todo lo bueno que le pasa al equipo en ataque últimamente. No sólo brilla, hace visibles a los demás.

El Málaga se ha buscado una nueva identidad. Y eso ya es algo. Luego se pueden establecer otros debates, pero después de iniciar esta rentrée en la liga con el paso algo perdido, Pellicer le está intentando coser el traje que mejor se adapte al contexto del equipo que tiene.

En estas circunstancias, se observó en el discurso una cierta satisfacción tras lo visto en Lugo, así que ante el Girona hubo continuidad con el matiz diferencial de Tete Morente, que ocupó el sitio del caído Hicham. Anulado el poder local que otorga La Rosaleda y ante un conjunto de Primera División con Stuani al frente, los blanquiazules siguieron con su blindaje y sin complejos. Y, de repente, empezó a sonar la música.

Sí había en el campo un chip distinto al de Lugo. También un rival más osado y que te busca. El Málaga dio con las cosquillas del Girona en su sala de creación y probó su nivel defensivo con transiciones rápidas. En una de ellas llegó el gol de Cifu, que cabeceó en el segundo palo un centro de Tete Morente, que recibió de un Juanpi que había montado el atraco.

Celebraba el eco aún el 1-0 –liberador– malaguista cuando Rivera se expulsó con una entrada durísima a Keidi Bare, que pudo continuar. Parecía que el levante traía nuevos hados a La Rosaleda. Era una prueba de madurez para el equipo.

Siguió insistiendo el Málaga, que se llevó un buen susto en el 41’ con un golazo de Stuani que fue anulado por fuera de juego. Al Girona le interesaba calentar un poco el partido y buscó la expulsión de Diego González en una acción que el central se pudo ahorrar. Aun así insistió el Málaga, que tuvo el 2-0 en las botas de Adrián en el añadido. En realidad, en una, la derecha. Los zurdos le perdonaron antes.

Se olvidó al poco de reanudarse el envite con el golazo de Sadiku, que peinó con sutileza y estética un nuevo obsequio de Tete. El tanto despertó al Girona, que empujó al Málaga y creó varias ocasiones que la defensa desbarató como pudo. El cuadro catalán hacía de su ansiedad otra herramienta para que los de Pellicer no se resintieran tanto por el enorme desgaste. El técnico gestionó bien el encuentro y aguantó los cambios para no desactivar alguna pieza clave de un once que estaba funcionando.

Y llegó la expulsión de Adrián a falta todavía de unos 20 minutos para equilibrar fuerzas. Imperdonable acción del capitán. A pesar de ello, en pleno redescubrimiento de sí mismo, el Málaga hizo pedagogía del error y ganó batallas al reloj a base de ciencia y oficio. Un triunfo sobre el que impulsarse pero, sobre todo, un triunfo para no caer.

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