Un equipo de mentira (0-5)
Resultado y crónica del Málaga CF - Ibiza
Goleada histórica del Ibiza en La Rosaleda, que pidió nuevamente la cabeza del entrenador
Bochornosa actuación de los blanquiazules
Cuatro goles endosó el Ibiza al Málaga en menos de una hora –luego hubo manita– en uno de los partidos más lamentables del conjunto blanquiazul en La Rosaleda. No de este curso, de la historia. Hay que bucear en las estadísticas para contar hecatombes de esta dimensión, pero es que da lo mismo. José Alberto López queda muy tocado. En otras circunstancias no termina el domingo como técnico. La afición, además, pide a Manolo Gaspar que tome medidas. Habrá que ver cómo resuelve la mayor crisis que ha tenido que afrontar desde que asumió la dirección deportiva. Sin embargo, no pueden irse de rositas los que han contribuido a arrastrar el escudo así.
El Málaga es ahora mismo un equipo de mentira. Tiene problemas, claro, pero no justifica lo que se vio en el césped de Martiricos. Hay jugadores que se han creído más de lo que son o que son directamente menos de lo que se pensaba. Es intolerable su endeblez, su falta de chip competitivo, sólo juega a arreones, a impulsos. Nada queda ya del prometedor Málaga de las primeras jornadas. Ágil, dinámico, vertical. Hace tiempo que le pillaron el truco.
Queda claro también que hay que acudir al mercado. Un delantero y otro centrocampista están en los planes. Pero hacen falta un central de verdad y un portero. Habrá que ver hasta dónde da la economía. También queda patente, ahora que se está a tiempo, que hay que sacar a algunos futbolistas que están absolutamente desconectados.
Cierto que el Málaga estaba cogido con pinzas por las sanciones, las lesiones y la situación de Antoñín, que no entró en la convocatoria mientras termina de resolverse su salida de la entidad. Sin embargo, la puñalada más cruel llegó cuando poco antes de comenzar el encuentro, el club comunicó la baja de Víctor Gómez por un “proceso vírico”.
Sacó una alineación atractiva, no obstante, con Aleix Febas y Ramón Enríquez en la sala de operaciones. Se perdía músculo pero se ganaba en ingenio y otras virtudes. Una invitación a un fútbol cosido ante un Ibiza que desde el primer momento tuvo claro cómo y cuándo.
Se le puso todo de cara a los diez minutos. Ismael Casas, que volvía a la titularidad y pinta a que su salida en este mercado parece alejarse, no supo salir de la presión ibicenca y perdió un balón delicado mientras se quedó reclamando la falta. Fue una contra sucia, desatinada, pero que Cifu convirtió en centro desde el otro perfil. El rechace cayó franco en el segundo palo y sin oposición donde aguardaba Castel con la caña para empalar el esférico, que tocó Dani Martín y luego se estrelló contra el travesaño para botar dentro. No había gol fantasma.
Fantasmagórico era el panorama. Otra vez el Málaga dejándose marcar un gol. Reclamó en la previa José Alberto López la necesidad de rebajar la media de goles encajados. Pero así no hay manera. Ya tenía Paco Jémez el partido que quería y a sus jugadores no les importo cargarse de amarillas para frenar a los blanquiazules a toda costa.
Hubo atisbos de esperanza, intentando reponerse del gol con mucha energía y convicción. Llegó bastante pero sin atemorizar realmente a Álex Domínguez. Falta pausa y tomar mejores decisiones en los metros finales. Brandon Thomas, por ejemplo, de los más bullangueros, estuvo en muchas, generó, pero no concretó nada. Algo parecido a Paulino. Roberto –enorme en la entrega– anduvo bastante activo y forzó varias tarjetas, pero tampoco tuvo acierto en los metros de la verdad.
Kevin salió del vestuario con ganas de mostrarse después de una primera mitad en la que apenas apareció. Una acción marca de la casa que Paulino terminó cabeceando pero con escasas opciones de éxito. No fue el preludio de nada, salvo del segundo hachazo. Recuperaron un balón los de Jémez cerca del área, Castel puso un centro raso que Guerrero dejó pasar y Herrera culminó con la zurda.
El tercero llegó casi por inercia. Una entrada por la banda de Castel otra vez, que filtró el balón al área pese a que le encimaban Casas y Juande. Escobar rompió con un gesto a Peybernes y con la puntera remató el trabajo.
Estalló La Rosaleda, que volvió a señalar al entrenador antes de que el esperpento continuase con una falta que tras un leve contacto con la barrera se tragó Dani Martín, que despejó hacia su propia meta. Ahí llegaron cambios que poco podían aportar ya a uno de los espectáculos más lamentables que se recuerdan en Martiricos.
Quiso darse algún regalo más el Ibiza y redondear la manita, luciendo también cualidades a balón parado y mostrando otra de las debilidades de este Málaga que ya no tiene coartada. La Rosaleda pidió a Manolo Gaspar la cabeza del técnico asturiano, que si sigue, tiene que cambiar muchísimas cosas o no es parte de la solución.
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