Risas tras el funeral (2-1)

Resultado y crónica del Málaga CF - Numancia

El Málaga remonta un 0-1 al Numancia con un gol de Adrián en el minuto 90

Los jugadores celebran el tanto de Adrián González. / Marilú Báez

El cortejo fúnebre de los aficionados previo al partido era mal augurio. Y durante algún tiempo el Málaga pareció muerto también en el campo. Como si hubiera recuperado todos los viejos hábitos de la etapa anterior y el efecto Pellicer se hubiese terminado de fundir. Además con la sensación de ver a los generales rendidos, entregados a lo que dé la impetuosa juventud de sí misma. Pero en no pocas ocasiones hay funerales que terminan con risas, recordando alguna anécdota, extrayendo la vida de la memoria. Ante el Numancia fue una de esas veces. Celebración tras el drama.

La ficha heredada por Antoñín está bien aprovechada. Te permite tirar de un nuevo valor de la cantera. El premiado, en este caso, es Ismael Casas. Ellos, además de Luis Muñoz e Hicham, derrochan la actitud y el hambre que se necesita para este deporte. A pesar de los pecados de juventud, son de los pocos que logran conexión real con la grada.

Pocos salvo ellos se salvaron de la desalentadora primera parte, que acabó con 0-1 por culpa de una cadena de desafortunadas acciones en una falta lateral que el malagueño Escassi transformó en el gol (no lo celebró) a los 16 minutos. No le bastaba al Málaga querer el balón, porque las pocas veces que encontraba cómo arañar al Numancia, anduvo lento de ideas y de precisión.

A favor del cuadro de Pellicer cabe decir que no se derrumbó como en Elche. Responsabilizado por La Rosaleda, el Málaga salió del vestuario dispuesto a todo y con los veteranos enchufados. Aunque se llevó un aviso de Aguado, que mandó a la escuadra una falta directa (47’), había aires de cambio.

Antoñín se presentó por la izquierda, filtró un balón magnífico al área para que Juankar tirase de canas y forzase un penalti. Sadiku –y no Adrián– lo transformó en el 1-1 y su décimo tanto particular. El albanés, muy vigilado, no estaba teniendo su mejor día. A partir de ese momento el encuentro enloqueció. Pellicer tiró de Tete Morente, al que Dani Barrio negó un debut soñado sacando un gol cantado de la línea.

El contraste fue absoluto entre la primera y la segunda mitad. Los minutos pasaban a una velocidad pasmosa mientras el balón iba de un área a otra (si bien Munir no tuvo que hacer una sola parada). Antoñín estuvo cerca de emular al mejor Ontiveros con un disparo desde fuera del área que se marchó ligeramente alta. Sadiku gozó de dos ocasiones consecutivas, pero no, definitivamente no era su noche. Añadió a la cesta Juankar una oportunidad más. De lo desesperante por inacción a la desesperación por la falta de tino.

Y emergió Adrián. En el área, donde tiene que estar. Aprovechando un regalo del Numancia. Rompiendo las cadenas de un Málaga al que hay que exigir más porque demuestra que cuando quiere, puede. Otra jornada más fuera del descenso.

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