Tragicomedias Málaga (2-2)

Resultado y crónica del Zaragoza - Málaga CF

Octavo partido consecutivo sin ganar para los blanquiazules

Lombán hizo el 1-2 en el 89' y el Zaragoza empató un minuto después

Cristian Álvare y Sadiku en el Zaragoza-Málaga.
Cristian Álvare y Sadiku en el Zaragoza-Málaga. / La Otra Foto

El Málaga, no se equivoquen, tiene en su ADN la esencia de la ciudad, la idiosincrasia de la provincia. El Málaga es un galán de cine venido a menos que besa a la chica en la escena final y la acaba perdiendo en los créditos. Es el reír y llorar para después llorar y reír, en un bucle infinito de zozobra y sosiego absolutamente desquiciante. Un encasillado Ben Stiller de la vida con el que empatizas pero que a veces te obliga a negar con la cabeza, dejándote en la sesera un martilleante:“Y esto ahora, ¿por qué?”. Todo lo que sucede, desde la jugada más aislada y aparentemente inocua hasta el despiporre del althanismo, son parte de una sociedad dedicada a la tragicomedia. La última representación, en La Romareda con un 2-2 tan lleno de vida como desalentador.

Profetizaba Víctor Fernández 24 horas antes que el partido se jugaría de “tú a tú”, otorgando al Málaga paralelamente el título y la virtud de grande. No se equivocó mucho el veterano técnico maño, que se vio de pronto en un partido de ida y vuelta que teóricamente le debía favorecer pero que hacía vencedor parcial al conjunto blanquiazul casi desde su nacimiento.

Ismael Casas había tardado dos minutos en vestirse de Cifu y dar una asistencia a Sadiku, que rompió la sequía blanquiazul y personal. El intercambio de golpes en el que se situó el duelo marcó claramente las diferencias de potencial entre un conjunto y otro.

El Málaga anduvo cerca de ampliar la ventaja a pesar de desperdiciar algunas buenas opciones, sobre todo a la contra. Pero tenía que dividir esfuerzos para frenar el ímpetu del Zaragoza, un equipo crecido y cosido, con individualidades importantes que se dejaban notar. Papu, Dwamena, Ros y, sobre todo, el inspirado Luis Suárez, que terminó de equilibrar el marcador al borde del descanso después de varias defensas desesperadas de los blanquiazules (especialmente destacada la doble ocasión salvada por Lombán).

La segunda parte fue menos abierta a pesar de comenzar con un serio aviso de Dwamena. El Zaragoza dejó menos espacios para que el Málaga metiera el puñal por algún sitio, pero también perdió cantidad y calidad en las llegadas. Aun así, estuvo cerca de voltear el marcador tras una gran acción de Clemente que acabó en victoria de Munir sobre Luis Suárez.

Los cambios y la disminución de fuerzas en las piernas de ambos conjuntos, llevó el partido a un territorio que se intuía favorable al Zaragoza por arsenal, pero en el que el Málaga podía pescar (Sadiku rondó el gol tras una gran asociación con Juanpi). Y así fue. Un ida y vuelta un tanto disparatado que llevó a la alegría máxima con el tanto de Lombán y a visitar los infiernos con el empate exprés de Guti, que pudo ser 3-2 si Soro no cabecea fuera un gol cantado. A ver por dónde sale tanto funambulismo. De momento, ocho partidos consecutivos sin ganar.

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