Empate por tristeza (1-1)
Resultado y crónica del Zaragoza - Málaga CF
El Málaga regresa con un punto de Zaragoza, donde se adelantó a los 25 minutos pero volvió a ser inferior y dominado
El Málaga suma un punto en Zaragoza, pero no trae algarabía. Es un empate triste. Corta la racha de dos ridículos pero mantuvo mucho de esa esencia. Las caras de ni fu ni fa de muchos futbolistas blanquiazules tras el pitido final en La Romareda reflejan el alma actual de este equipo. Ni muerto ni para mucha parranda. Insuficiente. Muchos pedían sitio, pero ahora se entienden ciertas titularidades y suplencias. Un rival de algo más de empaque te golea. El nuevo entrenador está tocando teclas al mismo tiempo que intenta marcar estilo. Tiene tarea.
Natxo González fue entrevistado en televisión en el mismo césped de La Romareda antes del partido. Insistía en la fiabilidad como llave para poder recuperar el paso. La defensiva, claro. Y no le faltaba razón. A pesar de que hizo importantes alteraciones en la alineación (bastante lógica dadas las circunstancias), la salida al campo fue la de siempre, rozando lo vergonzoso.
A los dos minutos el Zaragoza ya tuvo dos opciones clarísimas de gol. A los cuatro ya había sacado su tercer saque de esquina. Fueron unos 20 minutos de terror, de tener la sensación que esa película ya se había visto antes.
Perdían sistemáticamente cada envite individual los jugadores blanquiazules, blanditos como acostumbran. Natxo es conocido por defender el balón parado con los once hombre en el área propia. Aunque sea un tic personal, tratándose de este Málaga está más que justificado. A pesar de todo, eso no garantizó la seguridad de la portería que defendía Dani Barrio, que tuvo un par de buenos despejes.
Sin embargo, sí que había una diferencia esencial con respecto a fracasos anteriores: el Málaga había resistido. En parte por demérito aragonés, que tuvo más pasión que acierto. Pero el mantenerte en el 0-0 es la primera ley de Segunda División. Así solamente necesitas acertar una vez para traspasar las malas vibraciones al adversario. Fue lo que sucedió.
Roberto encontró a Antoñín en una contra. El malagueño –titular y con mucho que demostrar– por fin dejó su sello con una arrancada de pura potencia en la que enseñó la matrícula a sus perseguidores y una definición de calidad, con intención.
Este Málaga se protegió mejor a base de algunas posesiones largas, que aunque no desembocasen en nada serio, mantenían entretenido al rival y tranquilo a Barrio. Porque sin balón era un tormento. El Zaragoza tardó en regresar a La Romareda, pero lo hizo con una falta de Eugeni que rozó larguero y otra vez a balón parado.
La segunda parte continuó por la misma senda. El Zaragoza se aproximó con la misma facilidad y el Málaga volvió a perseguir sombras. Sin embargo, los maños demostraron que van justitos de pegada. Pero llegó al gran favor de Cufré, otro que tuvo la oportunidad de ser titular y naufragó, que cometió un penalti de estar crudo. Eugeni transformó sin dificultad.
Siguió el Zaragoza buscando con ahínco el segundo tanto, insistiendo desde los costados a base de centros y córners. En eso se parecen bastante ambos equipos, apenas tienen gol. El Málaga gozó de escasas ocasiones. La más clara la tuvo Paulino, un futbolista que da la sensación de que está siempre a su propio servicio y no al del colectivo. No es un defecto que solo tenga él en esta plantilla.
Al Málaga parecía que tampoco le venía mal el empate. Sabía, además, que La Romareda andaba para pocas bromas y el Zaragoza iba a dejar algún espacio mientras perseguía el triunfo. Un centro de Vadillo lo esperaba Brandon Thomas en el área, pero lo despejó un zaguero.
Regresa con un punto el Málaga. El optimista dirá que hay brotas verdes. El pesimista que el punto es un milagro. La realidad, independientemente del resultado, es que los blanquiazules tienen que cambiar mucho todavía para ser simplemente competitivos. Porque competir no es lo mismo que correr mucho y defender es algo más que acumular gente en tu zona.
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