Cuatro años del administrador judicial en el Málaga en sus horas más bajas
José María Muñoz, afectado tras la oleada de críticas recibidas
Tildado de "dictador judicial"
Parte de La Rosaleda pidió su dimisión
El 21 de febrero de 2020 entraban en el estadio de La Rosaleda José María Muñoz y cuatro personas de su equipo. Entonces se sabía muy poco del abogado y economista malagueño, pero abanderaba un proceso de cambio deseado tras la deriva del club por parte de los Al-Thani. Habían sido jornadas intensas con la Policía investigando y requisando todo el material posible en Martiricos, con Richard Shaheen (el último brazo ejecutor del jeque) saliendo a toda prisa en un taxi. Cuatro años más tarde, la credibilidad de Muñoz está bajo mínimos, con cada vez menos apoyos y con los opositores a su gestión creciendo.
Cuentan en la entidad que está bastante afectado por las crecientes críticas, sobre todo las que están llegando desde las mismas gradas del coliseo malacitano. Atrás quedaron los días en que era considerado el salvador del Málaga, una nave que zozobraba por una irresponsable gestión de los máximos accionistas y ejecutivos y, según lo que apuntan desde los juzgados, con tintes delictivos.
Tuvo que lidiar en un primer momento con una situación delicada en lo deportivo y en los institucional, con el club bajo sanción de LaLiga. Se agarró a gente de la casa como Sergio Pellicer y Manolo Gaspar y se salvó una temporada marcada por la pandemia, con el favor caído del cielo por parte del Granada comprando a Antoñín y ayudando a finalizar el curso.
El Covid seguiría condicionándolo todo un curso después, pero ese verano tomó decisiones dolorosas. Primero un ERE al personal, donde ya empezaron a caer piezas por motivos que iban más allá de lo económico como el olímpico Marcelino Torrontegui. Después habría un pionero ERE a la plantilla deportiva. Sobre la bocina se pudo llegar a competir y cerrar un conjunto prácticamente nuevo confeccionado por Gaspar y entrenado por Pellicer, que acabó saliendo a final de temporada tras cumplir el objetivo.
Fue duro sobrevivir sin público en La Rosaleda y con los ingresos más que limitados, pero se consiguió. Estaba en la cresta de la ola y cada vez era más frecuente verle en la foto. Contaban al principio que no, que le gustaba el segundo plano, pero con el apoyo de la jueza Ruiz González y una generalizada aceptación popular (también de los representantes públicos, peñas y APA), se fue creciendo y acaparando poder, asumiendo un rol de presidente y mano de hierro.
Relación estrecha con Tebas
Estrechó relaciones con Javier Tebas y otros cargos de LaLiga, ejercía de cabeza visible del club y un par de veces al año atendía a los medios en la sala de prensa. También intervino en negociaciones. Ya no sólo para buscar ingresos por parte de las instituciones y empresas, sino para sentarse con agentes y cerrar jugadores. Y siempre presidiendo el palco, marcando bien su posición predominante.
Hubo una mejora económica y se levantó la sanción de las 18 fichas, aunque se seguía firmando dentro de una cierta austeridad. Buscó algún mecanismo para lograr nuevos ingresos que no llegaron a buen término. Hasta se especuló con que podría llevarse a cabo una ampliación de capital. Pero llegó el acuerdo de los clubes con CVC y al Málaga le tocó el gordo, pudiendo disponer de una importante cantidad económica para mejorar la plantilla y avanzar en la construcción de La Academia.
No salió bien en lo deportivo, nada bien, y el Málaga esquivó el descenso de milagro tras ver desfilar a José Alberto López y Natxo González y cerrar con Guede. El argentino se mantuvo en el cargo y el Málaga apostó fuerte por intentar ascender con fichajes de mucho más caché y salario –arañó al alcalde De la Torre una cantidad desmesurada–, con uno de los presupuestos más altos de la categoría. La foto de la presentación de las camisetas con Rubén Castro lo resumía todo, borrando de un plumazo los sinsabores recientes.
El castillo de naipes se cayó pronto. Guede se fue a la calle y se contrató a Pepe Mel, con quien tampoco se enderezó el rumbo y a quien decidió destituir de manera unilateral una madrugada. Poco después salió Manolo Gaspar, que había una de sus patas fundamentales y con quien tampoco acabó bien, como con muchos otros. Fichó por su cuenta y riesgo a Kike Pérez como director general, pero sin terminar de delegar en él. Pellicer había vuelto un poco antes, pero tampoco frenó el descenso a Primera RFEF. La medida de choque de Muñoz era plantear un nuevo ERE (con cerca de 50 empleados afectados finalmente).
Ahí terminó de destruir la estructura que había conformado en sus inicios con la salida de todos los jefes de departamento pese a que trató de mantener a alguno. Salieron Ana Vera (su mano derecha), Carlos Arias y, el más doloroso de todos (de forma voluntaria además): Alberto Martínez. El director del departamento financiero y el que había logrado hacer malabares gracias a su conocimiento de las normas del límite salarial. Tampoco continuó Duda en la cantera (ni Gordillo, el segundo de a bordo) por motivaciones adicionales, ni el delegado Josemi o el utillero Juan Carlos Salcedo. Salió casi toda La Cueva, el jefe de la Fundación, Lucas Rodríguez, y desapareció el departamento médico de Juan Carlos Pérez Frías.
El difícil verano de 2023
Todo en pleno verano, con Loren Juarros limitado, absorbiendo también las funciones de director de cantera con la única ayuda de Francisco Capote y obligado que vender a Cristian y Álex Calvo pese a tener dinero en caja. Con Pellicer bramando por no tener elementos básicos para el trabajo del equipo (como se ha demostrado con la falta de miembros en el staff médico y de análisis). Mientras tanto, el equipo en Primera RFEF, fuera por primera vez en un cuarto de siglo del fútbol profesional.
Su mejor momento de la temporada fue la inauguración, con ciertas prisas tras múltiples retrasos, de la primera fase de la ciudad deportiva. Sin embargo, el uso de Arraijanal es hoy todavía casi inexistente. Esa foto no se la quiso perder nadie, tampoco los mismos políticos que ya no son tan alegres a la hora de elogiar a Muñoz, más bien lo contrario. Ha sido sonada la última del presidente de la Diputación, Francisco Salado, demandando un cambio ya. Su ente es el principal patrocinador del club.
En este proceso hace tiempo que rompió relaciones con la Asociación de Pequeños Accionistas, que en su día fue otro de sus pilares externos y quien con su querella dio origen al Caso Al-Thani. BlueBay también ha sido un constante bloque opositor, reforzado tras la sentencia en firme del Supremo. Pero Muñoz sigue controlando las sociedades NAS y, por lo tanto, la mayoría accionarial del Málaga. Hizo una vez más demostración de fuerza en la última Junta de Accionistas.
De momento no ha cambiado nada tras el cierre de la instrucción por parte de la jueza Ruiz González, pero a la magistrada le llegan peticiones de cambio de Muñoz por parte de la APA al tiempo que se conocen algunos de los supuestos delitos de Al-Thani.
Divorcio con la afición
Luego está el divorcio con gran parte de los aficionados, especialmente con la Grada de Animación, con Fondo Sur 1904 a la cabeza. El colectivo donde está el Frente Bokerón hace tiempo que mantiene una relación tensa con el administrador. Lo sucedido en el partido ante el Recreativo ha terminado de prender una llama que se extendió por gran parte de La RosaledaLa Rosaleda. Cuatro años para acariciar el cielo y bajar a los infiernos.
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