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La afición llena de gasolina al Málaga rumbo a Tarragona
Unas 2.000 personas despiden al equipo antes del partido decisivo por el ascenso
Ambiente espectacular con vellos de punta entre el equipo
"Roberto, quédate"
El Málaga CF emprendió un viaje con escala en Tarragona pero con incierto destino. Puede ser a Segunda División o a prolongar el bucle en el pozo de la Primera RFEF. Es fútbol y puede ocurrir cualquier cosa este sábado en el Costa Daurada, pero sí hay una certeza: lo hizo a tope de energía y gasolina, imposible que quepa más en los cuerpos y cabezas de los jugadores blanquiazules. Gestionar esa adrenalina es complicado, pero, tras una temporada que va ser de 11 meses y medio desde que arrancaron los entrenamientos, un gramo de fuerza puede ser desequilibrante. Unas 2.000 personas acudieron a despedir a los jugadores a la terminal del aeropuerto antes de que tomaran el chárter que les guiaba a tierras catalanas.
Desde las 15:30 horas había cientos de personas allí, el equipo salía a las 16:30 desde La Rosaleda en el bus. Muchos chavales y chavalas que salían del instituto y la universidad, padres orgullosos que venían de currar con sus hijos y hijas. Y muchos turistas despistados que grababan con sus celulares aquello que no entendían muy bien. Dos amigos de Brighton venían, por ejemplo, a pasar unos días en Fuengirola y preguntaban que qué ocurría. Le habían perdido el rastro al Málaga en la Champions y no entendían que tanta gente acudiera simplemente a despedir al equipo, creían que era una celebración. Y sí, lo era. Allí estaban Vera, Ana y Jessica, tres amigas que se habían graduado en la víspera de la ESO y que prolongaban la fiesta viendo a su equipo. Todo el repertorio de cánticos valieron en el preámbulo. Desde el hit de la Gitana Loca hasta un himno a capela espectacular, pasando por el "Oh, Málaga", la versión del "Será porque te amo" y clásicos como el "arriba ese balón, que Movilla la prepara y Súper Basti mete un gol".
Dicen los malaguistas más veteranos que lo que se ha vivido este mes con el equipo no lo habían visto antes. Es una frase común. Lo decía en estas páginas Basti, con cuatro ascensos, de Tercera a Primera, a sus espaldas. O el actor y malaguista de cuna Antonio de la Torre. Lo ha repetido también Sergio Pellicer, que fue jugador en aquellos tiempos de Segunda B en la última década del siglo pasado. Los vídeos que ha distribuido el club de colegios repletos de niños cantando el himno, desde residencias de ancianos, desde pueblos de la provincia. Es una ola que ha sido emocionante y muy emotiva de malaguismo. Sería injusto decir que de una afición dormida, porque un reducto de más de una decena de miles de fieles ha estado ahí siempre, 20.000 casi de manera fija en la tercera categoría del fútbol español. Pero esto ha rebasado todos los límites. El estrecho pasillo entre aficionados por el que circularon jugadores y técnicos fue espeluznante. Más de 20 minutos para cubrir apenas 400 metros hasta la zona de seguridad. Roberto, el pichichi del equipo (20 goles, cinco en el play off), era tocado y fotografiado como una divinidad. Seguramente saldrá este verano, es incontenible con lo que está haciendo. Pero pudo comprobar cómo le venera una afición que no le olvidará. Será eterno si este sábado corona su obra maestra.
Está bien recordar en estos momentos de efervescencia que hace unos meses había gente muy importante en la ciudad haciendo cálculos para que un nuevo club fuera la alternativa del Málaga Club de Fútbol. Que sí, que está intervenido, que puede ser difícil levantarlo. Pero no es simplemente una empresa cualquiera, es un sentimiento más grande. Ya se dejó morir al Club Deportivo Málaga en 1992. Y el malaguismo late, en su peor momento del siglo XXI, con más fuerza que nunca. Y le dio toda la energía a su equipo para que su equipo lo haga en Tarragona. Los 2.000 que había en el aeropuerto no tenían ninguna duda.
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