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Caídas ligeras
Adiós a Joaquín Peiró
22 de noviembre de 1998. Jornada 13 de la Segunda División. El Málaga era noveno a 12 puntos del líder, el Numancia, y su entrenador Joaquín Peiró estaba en la cuerda floja. Se había deslizado que una derrota en la visita del Logroñés a La Rosaleda le costaría el puesto y en la previa del encuentro, Peiró llevaba a cabo su rutina pre partido. Daba el once y se reunía línea por línea con sus jugadores: primero Sánchez Broto y los defensas -Roteta, Ruano, Bravo, Dorado-, después los centrocampistas -De los Santos, Movilla, Zárate y Agostinho- y por último, Catanha y Basti.
"Basti, usted y diez más. Se me quedó la frase en la cabeza. Nos dijo que sabía que las cosas no pintaban bien, pero que confiaba en mí. Que había partidos y partidos y que en este confiaba mucho en mí. Luego, dijimos que los goles que marcáramos en ese partido se los dedicaríamos a él. Estaba en la cuerda floja, se decía que si no ganabamos, al míster lo iban a echar. No salían los resultados pero el trabajo y el grupo eran buenos y lo sabíamos, luego se demostró. Nos mentalizamos de que teníamos que sacarlo adelante con la afición y al final, ganamos. Desde ahí, empezamos a ganar y a no perder y ganamos la liga en Segunda", recuerda para Málaga Hoy el delantero malaguista Sebastián Fernández Reyes, Basti.
Marcó un doblete en aquel 3-2 contra el Logroñés en La Rosaleda, Catanha metió otro: "Me explicó, que sabía que la afición estaba conmigo y que hay partidos en los que hay jugadores que se sienten mejor por la exigencia, la presión, las circunstancias. Hemos jugado con mucha presión, en una ciudad tan grande como Málaga, jugando en Tercera y Segunda B con La Rosaleda llena o casi llena, eso te exige. El panadero, en el banco, en el cine, todos te conocían y te decían que hay que ganar, que hay que subir. Eso lo llevaba yo como le que va al colegio todos los días, lo llevaba bien".
El punta jugó varias temporadas a las órdenes de Peiró y trata de comprar situaciones, pide permiso a Pellegrini y asegura que : "Era el mejor entrenador de la historia del Málaga, no sólo por los resultados, por cómo era y por todo lo que consiguió. Le tenía mucha estima, le llamábamos don Joaquín y a todos nos llamaba de usted, siempre. Respeto, educación y muchos valores en el deporte. Era un ganador, le decíamos que era un lince, leía muy bien y muy rápido los partidos. El recuerdo de él es muy muy grato. Era serio pero sabía llevar muy bien el vestuario y el grupo, que era muy importante", recuerda y añade: "En Primera no quería que me fuera, pero yo sabía que había delanteros muy buenos y que era difícil jugar. Jugué lo que tuve que jugar y ya está, pero si tenías a Dely o Darío era normal que los pusiera. Yo luchaba y me daba la oportunidad cuando la veía. La verdad tiene un camino y si un jugador o entrenador ha sido bueno, hay que decirlo. Yo jugué una parte de la temporada y otra no, pero la verdad hay que decirla".
Basti recuerda con una sonrisa la primera pretemporada en tierras extranjeras del Málaga: "Tenía la manía de la gorra. En Holanda fue la primera vez que viajamos para la pretemporada. A Miguel Zambrana se le ocurrió cambiarle la gorra y el quería la del año anterior, no la nueva y se la lió un poco. Otra cosa que puso un poco de moda fue que dejáramos las llaves por fuera de la habitación en los hoteles y pasaba todas las noches, nos daba las buenas noches y si estábamos jugando al parchís o las cartas nos decía aquello de 'Ustedes acuéstense'. Pero siempre con mucho respeto. Era un alguien muy elegante en todos los sentidos, también iba siempre hecho un pincel".
Cuando Peiró entrenaba, era posible ver casi todos los entrenamientos, especialmente los dos días previos al choque. El madrileño, bromeaba con los periodistas en la banda mientras movía a un lado y otro la gorra y en el césped, muchas veces saltaban chispas en una plantilla con temperamento y calidad a partes iguales. Peiró siempre controlaba la situación sin darle una importancia desmesurada. Casi dos décadas después, Basti recuerda alguno de esos entrenamientos: "Había sido jugador y de los buenos, de los primeros que fue a Italia, a un grande, con Luis Suárez. Venía de ser un jugador top y se notaba. Teníamos a muchos temperamentales. Los jueves eran los típicos entrenamientos que jugábamos a todo el campo y tuvo que
suspenderlos, cambiamos a campo corto y tres equipos. Nos matábamos en los entrenamientos, había muchos enganchones, pero todo se acababa ahí. El grupo respondía, él tranquilizaba o miraba para otro lado. Añón entrenaba mucho y Gilabert, él daba vueltas al campo con Zambrana, veía todo. Recuerdo que había una higuera alrededor del anexo, que era del colegio y le decía a Zambrana: 'Miguel este higo mañana nos lo comemos' y Miguel le decía 'Pero míster, este esta verde todavía' y ambos reían".
Basti trabaja actualmente en la Fundación del Málaga y reconoce que Peiró sirvió para dar un paso más en la creación de la estructura y sentimiento de pertenencia a un club que llevaba casi una década sin asomarse a Primera después de desaparecer. "Con él empezó todo, claro. Era un tío de valores, nos hablaba de representar al Málaga fuera de la ciudad, que éramos el escudo del club y de la ciudad, dentro y fuera del campo. Esas cosas también las recoge uno y cuando miras atrás, te das cuenta. Piensas: mi familia me inculcó valores, pero él también". De hecho, la estructura del club malacitano cuenta en múltiples puestos con jugadores de aquella época: Basti, Iznata, Josemi, Capa...El tiempo agranda la perspectiva de Joaquín Peiró y convierte en legado sus hazañas.
La memoria de Basti parece infalible. El punta recuerda perfectamente la charla de su entrenador, pero también las tres dianas del choque que salvaron al técnico en su puesto y le dieron alas al equipo. "El primero: hubo un rebote entre Zárate y un contrario, con Agostinho corriendo por la banda tiró y en un rebote la tocó uno del Logroñés. Yo creo que estaba un pelín en fuera de juego, tal vez en línea, cogí el rechace del contrario, controlé y por debajo, con la punterita, el balón entró en la portería". El 2-0 se lo apuntó Catanha: "Robo el balón, se la pongo a Zárate de cara y Zárate chutó, la paró el portero, dio en el larguero y marcó Catanha en el rechace". Después, llegó el descanso, Redondo marcó para el Logroñés a los cuatro minutos de la reanudación y Basti volvió a mojar en el 68: "El tercero fue en una jugada de Zárate, una contra: se dribló al portero con la derecha, chutó y yo cogi el rebote para meterlo a placer. Fue un partido memorable". Diezminutos después, una diana de Ricardo Cavas finalizaba el encuentro y Peiró pudo respirar tranquilo.
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