Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
"Eso no se aprende. Eso se tiene y yo lo tengo". Con el mismo desparpajo que sobre el campo, Bryan Zaragoza hablaba en los micrófonos de LaLiga después de haber despertado una admiración colectiva por cómo regateó a Iñaki Peña y le metió al Barcelona el 2-0 de Osasuna. Al final, quedaría 4-2. Había habilitado ya para el 1-0 a Ante Budimir con un centro de categoría a la cabeza del croata. Otra vez el Barça. El año pasado por estas alturas de temporada le hizo un roto al equipo culé, entonces dirigido por Xavi, en Los Cármenes con el Granada. Le metió dos goles y volvió loca a la defensa. La consecuencia fue una llamada de Luis de la Fuente para debutar con la selección española absoluta y que el Bayern Múnich se decidiera a comprarlo por unos 15 millones de euros, una cláusula baja.
La mili en el gigante bávaro no fue sencilla. El idioma es un obstáculo importante y tampoco le entró demasiado por el ojo a Tuchel. Participó sólo en siete partidos oficiales y se decidió que regresara cedido a LaLiga para reimpulsar su carrera. Ciertamente, el número de partidos de Bryan en la élite es escaso. Había sido capital en el ascenso del Granada con un tramo final brutal y con una decena de partidos en Primera le llegó la llamada de España y también el interés de clubes top, con el Bayern como ganador de la carrera.
En Pamplona está reencontrándose con el fútbol de nuevo. Esa falta de minutos en el equipo alemán le sacó de la carrera por estar en la Eurocopa y/o los Juegos Olímpicos, ambos torneos históricos para el fútbol español. Desde su llegada Vicente Moreno le ha dado continuidad y ha participado en todos los partidos, en seis como titular. Había intervenido en varios goles aunque sólo se le había contado una asistencia. Ante el Barça, pase y gol. Y otra vez en el foco, pero sobre todo por su definición en el 2-0. Gran pase en profundidad y la carrera le planta ante el meta. La decisión es hacer una pisadita, dejar sentado a Peña y con la misma pierna derecha meterla a puerta vacía a toda velocidad. Una jugada de futbolista diferente.
“La gente me trata como un jugador distinto porque me considera un jugador de barrio, que le da igual el rival que tenga enfrente porque lo va a encarar y se va a ir de él. El ser jugador de barrio creo que te da algo especial, da más técnica, más sabiduría. Es una sensación rara y especial. Estar todo el día jugando en la calle te da sabiduría, porque lo haces con una pelota o con una botella...”, explicaba en Diario de Navarra en una entrevista. La calle del 4 de Diciembre, el barrio en el que Bryan se crió, el mismo que Brahim Díaz. Ambos, de hecho, llegaron a coincidir jugando a fútbol sala en el Humilladero. Recurso de este deporte. Y dedicatoria quizá con una celebración idéntica a la que hace el madridista, ahora con una baja de larga duración por una importante rotura muscular.
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