Cádiz-Málaga CF: El muerto vivo (2-2)
El equipo de Pellicer iguala un 2-0 en contra y vuelve a demostrar que tiene siete vidas
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Fundidos sobre el verde, repartiendo gemelos subidos por el césped, con los pulmones saliendo por la boca. El Málaga acabó en Cádiz muerto pero vivo, como Blanco Herrera. Otra vez a la heroica, derrochando fe, moviendo montañas. Tiene eso este conjunto blanquiazul, que es capaz de arruinarse y volver con los bolsillos llenos en un mismo partido. Tiene mucho de gato. A veces pasota. Otras fiero y de uñas afiladas. Se defiende panza arriba. Tiene siete vidas.
Es audaz, pese a sus limitaciones, el Málaga, que tras ir 2-0 perdiendo regresa a casa con la sensación de que pudo irse con los tres puntos. No debe ocultar el regusto del punto, del empate, que hay descosidos que urge remendar.
Al final es una cuestión de contundencia, de calidad, de claridad. No era un secreto que el Cádiz es el conjunto de la categoría que más balones centra al área y tampoco que el Málaga uno de los tres que peor defiende los servicios laterales. La chivó el Big Data de LaLiga un día antes por si acaso alguien andaba despistado, es decir, que la tecnología coincide con las sensaciones en este aspecto.
No es que el Málaga estuviese mal en Cádiz, pero sólo fue ligeramente mejor en todo lo que sucedió fuera de las áreas. Tuvo iniciativa, trató de hacer amplio el campo, doblegar a un conjunto local plagado de dudas en un pulso de tú a tú. Pero a la hora de mirarse a los ojos, la calidad habló.
Ocampo destrozó a Jokin Gabilondo sin piedad -y sin demasiada ayuda, también hay que decirlo- y Ontiveros lo aprovechó. Dos goles de cabeza del marbellí, demasiado cómodo para efectuar sendos remates que están lejos de ser una de sus especialidades. Si de algo ha ido siempre cortito fue precisamente de cabeza. Escoció especialmente el segundo, al borde del descanso y cuando el Málaga había andado cerca de neutralizar el 1-0 con un testarazo de Dioni que David Gil sacó del larguero.
Resultó un pelín irónico que la televisión mostrase un reportaje sobre Weligton al descanso. También significativo que en la jornada 9 sólo uno de los fichajes del pasado mercado esté entre los titulares (Luismi habría sido el segundo, pero no varía la lectura). Es hora de pedirles más.
Tampoco Pellicer estuvo acertado en la elección del sustituto de Aarón Ochoa, que estaba arrojando luz en el centro del campo. Tiró de Sangalli y le salió mal. El vasco no termina de arrancar desde aquella lesión que tuvo hace un año. En la segunda mitad Dani Lorenzo tomó el volante. También Puga ocupó el carril de un Gabilondo ninguneado por su par.
Si algo ha caracterizado al Málaga este curso es su fe casi inquebrantable. Hizo de tripas corazón y se metió en el partido con un gol de Dioni, el único junto a Cordero que está teniendo colmillo. Aprovechó un balón que Glauder se tragó para plantarse ante David Gil y completar su vendetta.
El Cádiz, lejos de achantarse, fue convencido a por el tercero. Estuvo cerca, muy cerca de obtener el premio, pero se topó con Pastor, Alfonso y su mala puntería. Pellicer leyó bien cómo se había puesto el partido y tiró de Yanis para intentar sacar provecho de los espacios. No terminaba el Málaga de acongojar al cuadro amarillo pese a un par de acercamientos (Puga e Izan) y el técnico metió más madera con Castel (fuera Larrubia). Paco López replicó sentando a los dos hombres que le habían puesto por delante, Ocampo y Ontiveros.
Quiso guardar su botín el Cádiz y el Málaga se aprovechó. Ya sin las amenazas principales de los amarillos y con los blanquiazules monopolizando el balón, moviéndolo con paciencia pese a la acumulación de piezas en la zaga local. Víctor García entró por la banda tras zafarse de Alejo y San Emeterio y logró conectar con Dani Lorenzo. El marbellí abrió espacio para el disparo pero el meta lo repelió. Castel, con la caña, completó la tarea.
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