Córdoba - Málaga CF: Manual de supervivencia (0-0)
El Málaga resiste y sufre para sacar un punto en Córdoba ante un rival que fue superior pero que fue incapaz de superar a una corajuda zaga blanquiazul
Cuatro jornadas y equipo invicto
Búscate en las gradas del Arcángel
El Málaga hizo un gran ejercicio de supervivencia en Córdoba. Un 0-0 trabajado, sufrido y sudado. Fue mejor, llegó más y tuvo mejores ocasiones el cuadro califal, pero el cuadro de Pellicer sigue invicto y dejó por primera vez la meta de Alfonso Herrero impoluta. Gran partido de los centrales y los laterales, sobre todo un Puga tremendo, pero arriba el equipo estuvo romo, corto, sin demasiada lucidez. No llegó con continuidad y sólo en el tramo final de partido ofreció alguna sensación más de peligro, con Antoñito elevándose sobre el duelo y cuando, tras los cambios, tuvo algo más de control de bola. Enfrente había un rival muy necesitado, que mordía y que pegó bastante estopa, lógico en la situación en la que está, muy necesitado. No hacía prisioneros y cada balón era una batalla. Y el Málaga rara vez tuvo largas posesiones para agredir, estuvo impreciso en las entregas. Eso sí, supo estar a la altura de las circunstancias y sufrir. Ese mérito de equipo combativo y que no pierde la cara a los partidos incluso en inferioridad hay que reconocérselo al bloque boquerón. Seis puntos en cuatro jornadas, una buena media, ideal, para el objetivo
Pellicer dispuso un once con variantes. Contrariamente a la tendencia en el fútbol actual colocó a los jugadores atacantes de banda a pie natural, Antoñito Cordero por la derecha y Yanis Rahmani, en su redebut, por la izquierda. Primera titularidad de Luismi, que debe ser un pilar, y también para Dioni, premio a sus dos últimos goles y a su trabajo. El plan del técnico de Nules parecía jugar con la paciencia y el nerviosismo local. El Córdoba le metía ritmo al partido de inicio y Alfo nso sacaba una gran mano a un centro de Álex Sala que se fue envenando hasta amenazar colarse por la escuadra, pero el toledano lo impidió. Intentaba el Málaga presionar arriba pero la recuperación no llegaba fácil y las situaciones en las que Yanis y Antoñito recibían no eran idóneas para el desborde. Desconcertaba un tanto el arbitraje de Fuentes Molina. Pretendía dejar jugar pero sacaba una tarjeta risible a Nelson Monte segundos después de que Dioni recibiera un empujón clarísimo no sancionado. Siempre condiciona una tarjeta para un central temprana.
Poco a poco el Málaga fue tomando el pulso, aunque el Córdoba merodeaba más el área rival que el cuadro blanquiazul. Un par de internadas de Yanis que no tuvieron el final preciso con el centro. Daba mucha salida un Carlos Puga que crecía mucho por el carril. El granadino se iba agigantando, en defensa conteniendo y despejando balones. Y cada vez con más presencia en ataque. Una progresión suya tras un regate a dos zagueros cordobesistas que acabó con un disparo desviado fue la jugada que en el primer tiempo llevó más peligro ante un Marín casi inédito, que apenas sólo se empleó en dos salidas con alguna duda.
Debían cambiar las cosas tras el descanso, pero el dominio del Córdoba se recrudeció y fue una avalancha de arranque. Tuvo un mano a mano Casas con Alfonso que sacó el meta aunque había fuera de juego. Paradón del toledano a disparo de Jacobo y Casas, de nuevo, disponía de una ocasión clarísima pero su cabezazo en rectificado tras otro pase con la testa de Lapeña. El Málaga apenas pasaba del centro del campo con el balón controlado salvo en alguna conducción de un Puga que seguía creciendo. La mezcla Manu Molina-Luismi, que debe ser jerárquica, no funcionaba demasiado bien para construir. Era evidente que Pellicer iba a tocar el equipo porque las instrucciones del descanso no habían mejorado al equipo. Y lo hizo con un triple cambio en el 55. Ochoa, Sangalli y Baturina por Lorenzo, Yanis y Dioni. Recondujo el partido el Málaga de esta forma. Con Antoñito por la izquierda su amenaza aumentaba. Él y Ochoa forzaron dos tarjetas. El jerezano iba levantándose sobre el partido y el marbellí filtró un par de balones peligrosos. Pero Baturina no tuvo oportunidad casi de tocar la bola. El Córdoba fue perdiendo algo de fuelle, también mérito malaguista por tener algo más de control y alargas las posesiones. Los laterales malaguistas acabaron acalambrados y Dani Sánchez con algún problema más serio y seguramente obligaron a cambios que Pellicer no maquinaba. Es un contratiempo serio que cada jornada caiga algún jugador. Un Galilea sensacional evitó la última gran ocasión del Córdoba, ya en el 93, un cabezazo de Theo Zidane, cuyo padre estaba en la grada contemplando el partido. El vitoriano se interpuso para desviarlo.
En la jungla de la Segunda División el Málaga marcha invicto tras cuatro jornadas. Fue un partido pobre ofensivamente, pero en el aspecto defensivo hubo brillantez en no pocas ocasiones. Y ese es el camino para ir creciendo. No perder cuando se es peor no es una mala noticia para un recién ascendido.
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