La cuarentena del guardián de La Rosaleda
Andrés Perales, de 83 años, lleva casi toda su vida viviendo en el estadio malaguista trabajando para la escuadra blanquiazul
Es una casa discreta, no muy grande, pegada al campo anexo de entrenamiento de La Rosaleda, en ella vive Andrés Perales, de 83 años, que lleva trabajando en el Málaga desde 1966 y lleva décadas viviendo en ese rincón de la ciudad. Ha vivido de cerca y en primera persona la historia blanquiazul en la segunda mitad del siglo XX y lo que va de XXI. Ahí ha criado a sus siete hijos y ahora vive este periodo de cuarentena provocado por el coronavirus COVID-19 con uno de ellos: Andrés Jr, quien ha hablado para los medios oficiales del equipo malacitano contando cómo es el día a día en un estadio cerrado.
"Impresiona, pero ya estamos a acostumbrados un poco a los días de fiesta y vacaciones cuando apenas hay nadie. Lo llevamos bastante bien, imaginamos que al tener tanto espacio es un punto positivo. Somos afortunados dentro del confinamiento, poderlo hacer en un lugar privilegiado. Mis hermanas y yo participamos en la desinfección del estadio, ¡es la limpieza de nuestra casa a lo grande!", indica Andrés Jr que resalta la actividad del estadio más allá de los partidos del primer equipo malaguista: "Llevamos 28 días en confinamiento y la verdad se echa de menos el trasiego de personas y vehículos por la entrada de la casa. Tened en cuenta que las instalaciones se usan de lunes a domingo las 24 horas del día, no sólo son en los partidos y entrenamientos. Son el personal de mantenimiento, oficinas, almacén de la tienda, utilleros, niños de La Academia que vienen todos los días a rehabilitación, el mantenimiento del césped, etcétera...".
Además, también recordó algunos de los momentos que su padre ha vivido como inquilino del estadio de la capital de la Costa del Sol: "Nuestro padre es mayor y afirma que nunca en su vida había vivido esta crisis tan profunda y a nivel mundial. Dice recuerda cuando embargaron al antiguo CD Málaga, lo dejaron vivir dentro de las instalaciones solo a él junto con mi madre, Antonia, y sus dos hijos menores. Fue una temporada dura, no contábamos con ingresos por la incertidumbre del club. Él trabajaba por las noches en un taxi que un amigo le dejaba, así entraba algún dinero en casa. Con el taxi podía comprar gasoil para abastecer a las máquinas del césped. Papá se encargaba de cortar el césped y mantenerlo hasta que llegase una nueva directiva. Gracias a Dios todo cambió".
Por último, la familia Perales mandó un mensaje a la afición: "Somos malaguistas y somos positivos, siempre remontamos. Mucho ánimo y compromiso, todos podemos hacerlo. Sobre todo, esperamos que todos los afectados se encuentren mejor de salud", espetó y añadió: "Nosotros lo que queremos es trabajar, ver al equipo entrenando de nuevo y conseguir mantenernos en Segunda cuanto antes. Si logran subir a Primera, mucho mejor".
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