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Han sido las fiestas más duras para Sergio Pellicer a título personal, pero el entrenador del Málaga se siente fuerte y además de en su familia se refugia en el trabajo. No descansa ni por vacaciones aunque se tome pausas. Está mirando al Intercity y de reojo a la Real Sociedad, por eso estuvo en Cádiz espiando al conjunto txuri-urdin. También es consciente del nivel de exigencia que van a seguir teniendo tanto él como los jugadores en el 2024 que se avecina. Llegó a un acuerdo con sus hombres para que tuvieran una noche más con los suyos, sabiendo que el nuevo año viene con previa de jornada en Primera RFEF.
Temía Sergio Pellicer el desencanto, algo de lo que ya avisaba Juan Ramón Muñiz cuando el Málaga perdió la categoría de Primera División. Sabía que la vara de medir sería el ascenso y que el resto de méritos quedarían opacados si la pelota no entraba desde bien pronto. Quitando la derrota en Castellón de la primera jornada, con los cimientos todavía por asentar, los blanquiazules han cumplido con nota.
Es cierto que el equipo ha ido con el gancho en gran parte de la temporada, sobre todo por las repetidas lesiones de toda índole, pero 35 puntos son números -a falta de dos jornadas para el fin de la primera vuelta- casi de campeón en un curso corriente. El listón de Castellón e Ibiza está restando lustre al desempeño del Málaga, que por el camino ha conseguido reflotar a algunos jóvenes y descubrir a otros como ese trío de adolescentes que forman Izan Merino, Antoñito Cordero y Aarón Ochoa. Caviar de La AcademiaLa Academia.
Una de las grandes claves está en el vestuario, compacto y unido como hacía años que no se veía. Donde se gastan bromas pesadas (desde calzoncillos en la nevera hasta café en las botas) pero se mata por el compañero (la tángana del descanso ante el Algeciras, sin que sirva de justificación fue para defender a Murillo por un lado y a Manolo Sánchez por otro).
Hay equilibrio en muchos aspectos, la conjunción de jóvenes y veteranos funciona. Por eso Loren Juarros quiere tener mucho cuidado en que ningún agente externo o movimiento en falso rompa el bienestar del búnker. El director deportivo recela del mercado invernal aunque quiera dotar al equipo de algunas de las virtudes de las que carece o escasea. Nunca viene mal contar con más gol, más desborde y más velocidad. Sin embargo, es su prioridad que siga funcionando como un reloj lo que tanto trabajo les ha costado formar a él mismo y al propio Pellicer.
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