El parqué
Jaime Sicilia
Jornada de caídas
Horario y previa del Escobedo-Málaga
Málaga/Si en aquel final del verano del 1991 existía algo más que los preparativos de la Expo 92Expo 92 es difícil de saber por las hemerotecas. Acababa de empezar una guerra civil en el corazón de Europa, en verano se bailaba 'La Bilirrubina' y Goku empezaba a comerle la tostada a 'Óliver y Benji'. El curso futbolístico 91-92 empezó para el CD Málaga en Segunda después de otro verano de intrigas y aire contenido. La venta de Antonio Hierro, los impagos solucionados sobre la bocina y una nube de problemas en torno al club. La tercera ronda de Copa llegó con un viaje infinito hasta un pequeño pueblo de Santander. Un Tercera para olvidar las dos derrotas que sumaban los blanquiazules en el arranque ligero.
La plantilla rumiaba su farolillo rojo en el viaje. Dos jornadas y sólo otros dos equipos sin puntuar: el Sestao y el Barcelona B de Mikel Roteta (y Guardiola, Maqueda, Busquets, Christiansen, Sergi...). Un gol de Hurtado en la visita al Murcia (2-1) que sirvió para abrir la competición y un duro 0-5 del Figueres en La Rosaleda. JorgeD'Alessandro dirigía a los catalanes con el estadounidense Tab Ramos como figura. Su compatriota Vermes firmó un doblete en aquel choque y el Figueres se puso líder. Acabó tercero, jugó la promoción y se quedó en Segunda. La goleada dejó tocado a Ben Barek. Le quedaban dos partidos dirigiendo al Málaga, el primero en el pequeño pueblo de Escobedo de Camargos.
El Málaga de Víctorrepetirá viaje a la pequeña localidad (1.435 habitantes en el ceso de 2018 ) cántabra con mejores carreteras y un estadio nuevo, inaugurado hace un par de años con una capacidad para 2.000 personas. La incertidumbre y las hechuras de este Málaga son distintas, el tiempo dirá si también demoledoras. Esta vez, la Copa llega antes de Navidad y se juega a partido único.
En aquella tarde de septiembre del 91, en la verde llanura donde se asienta Escobedo de Carmargos, Ben Barek rotó su alineación, metió a un joven llamado Basti en la punta y a poco menos de 20 minutos del final, el canterano mojó. Un respiro, tal vez lo esperado si se comparan los niveles de ambos conjuntos, pero la situación del Málaga era algo más complicada de lo normal. Mucho más. Los blanquiazules jugaron el jueves y el domingo perdían de nuevo en Eibar (1-0). Cayó Ben Barek y José Luis Monreal se hizo cargo del equipo debutando con un empate a cero en La Rosaleda frente al Sestao. No sería el último inquilino en el banquillo de Martiricos, aún quedaba por debutar en él Antonio Montero 'Nene'.
La vuelta de la Copa del Rey contra el Unión Montañesa Escobedo fue un pequeño balón de aire para los andaluces. 2-0 con goles de Monreal y Onofre y menos rotaciones que en la ida. No sería la última ronda de Copa que iba a pasar el Málaga. Eliminó al Rayo Vallecano en la cuarta ronda (2-0 en la ida y empate a cero en la vuelta) y terminó cayendo en la quinta ronda contra el Castellón: perdió en Martiricos por 0-1 y empató a cero en Castalia, choque en el que jugó los minutos finales un jovencísimo Gaizka Mendieta.
Los recuerdos de aquella Copa del Rey acabaron con el Atlético coronándose campeón en el Santiago Bernabéu con goles de Schuster y Futre.El ex-entrenador del Málaga marcó una falta por la escuadra y Futre puso un zurdazo en el mismo sitio antes de entrar en el área pequeña culminando un contragolpe. Un día antes de aquella final, el secretario de estado para el deporte decía que el Málaga no tenía solución. La vida. Pocos goles, muchas penas. Amavisca, Wilfred, Ángel Cuéllar, Esnáider, Mendieta o Gudelj se desperezaban ante un futuro brillante, jugaron en La Rosaleda. De ellos hubo quien perdió, quien marcó, y quien fue expulsado ante una afición y frente a un equipo (Quino, Makanaki, Fernando Peralta...) a los que sólo les quedó la manera de vivir el fútbol que les quedaba. Estaban sentenciados.
El Escobedo, ascendido a Tercera recientemente, el nuevo formato copero, los nubarrones que se han cerrado sobre el equipo tras el arranque liguero y la falta de proyecto en los despachos han convertido un guiño a la historia en un augurio. Como en tiempos de la antigua Roma, cuando acabe la batalla de la temporada, se podrá decidir si fue bueno o malo. Como los augures, cualquiera encuentra ruina y esperanza según el momento, según la pasión, con pocas certezas económicas. La vida, que pasa, de nuevo con pocos goles a estas alturas de año, –aquel Málaga llevaba un par de goles menos (14) que el actual (16)– y un gran vacío institucional que va mutando a problema épico. Situaciones y épocas distintas, la misma enfermedad.
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