Una herida muy fea

La división entre afición y club se evidencia y toca coser con decisiones certeras y sin apenas crédito en el verano antes de que regrese la competición en Primera RFEF

Issa Fomba critica al Málaga

Perspectiva de La Rosaleda.
Perspectiva de La Rosaleda. / Carlos Guerrero

El último partido en el fútbol profesional tras 25 años de manera ininterrumpida fue un aquelarre doloroso para el malaguismo. La temporada ha sido terrible, una campaña que empezó con ilusión por subir y acabó con un descenso que se vio venir:sólo estuvo dos jornadas fueron del descenso en toda la temporada. Un golpe tremendo que generó frustración e ira. Así se comprobó con un último partido que se convirtió en un plebiscito en el que hubo palabras gruesas para dirigentes y jugadores, responsables de un fracaso colosal.

El corolario de los incidentes en la calle tras el encuentro deja mal cuerpo y un poso que hay que restañar. Hay una fractura entre una parte muy importante de la masa social y el club muy evidente. Hubo un momento de tregua en el que se empujó para intentar salvar los muebles, desplazamientos masivos a Villarreal, Lugo y Ponferrada y una ilusión fugaz. Pero la realidad está ahí y no se pueden cerrar los ojos. La situación del Málaga es muy delicada. Financieramente se han equilibrado las cuentas. Pero el club ha salido del circuito del fútbol de primer nivel para caer al fango de la Primera RFEF.

Las peticiones de un núcleo importante de la afición pasan por una limpia de arriba a abajo. Habrá cambios. El director general, Kike Pérez, tiene faena no sólo en el ámbito deportivo. “Reestructuración profunda”, fue el mensaje que se lanzó desde el club en la rueda de prensa conjunta con el administrador. A él fueron dedicados varios cánticos, aunque ya dejó clara su postura si la jueza no decide lo contrario. Hay que ponerle nombre a los cambios, que debe sucederse a partir de esta semana. Loren Juarros fue elegido como arquitecto para la vertiente deportiva. Se encuentra con un edificio con aluminosis. Existe hartazgo con los jugadores y Sergio Pellicer, que ha intentado reanimar al equipo pero llegó a cuatro puntos y nunca estuvo a menos de un partido de la salvación, ha dejado caer en sus últimas comparecencias que le preocupa el caldo de cultivo que existe ahora mismo para la próxima temporada. Es el técnico elegido, con una conversación pendiente mediante, pero no le gusta ese ambiente que ve porque estima que eso supone salir con un hándicap.

Toca reestructurar, comunicarlo bien y construir algo que ilusione. No es sencillo. El crédito está bajo mínimos. Pérez y Juarros llegaron ahora, pero aunque pidieron paciencia para diseñar un plan a largo plazo saben que los resultados se van a exigir desde pretemporada. Es por eso que hay que hacer un trabajo en verano de orfebre. Desde la campaña de abonados hasta la confección de la plantilla. Habrá una desbandada. Sólo cuatro jugadores (Manolo Reina, Genaro, Ramón y Juande) no tenían cláusula de liberación en caso de descenso. Los dos primeros fueron señalados por los cánticos y ahora mismo no generan precisamente consenso. Kike Pérez admitía que había tres jugadores (Yáñez, Castro y Lago Junior) con los que se intentaría seguir. Es realista la última opción, las otras son mucho más complicadas. Y sí habrá un núcleo de canteranos, salvo salida en forma de venta de alguno. También tocará ponderar el trabajo en verano. Vuelven Roberto, Kevin, Larrubia y Lorenzo. Cristian parece fijo si no llega oferta seria. Hay que ver qué ocurre con Loren Zúñiga, también cómo regresa Haitam de la lesión, igual que Moussa, ya en dinámica. A Álex Calvo ya lo consideraba Pellicer de primer equipo. Está el caso Izan Merino, destacando en el Europeo sub 17 y con novias de postín. Así habrá que analizar los distintos casos. Los sub 23 son considerados capitales en esta categoría nueva. Quien los tienen buenos marcan la diferencia. La apuesta suena inequívoca por los de casa. Cantera equivale a paciencia, pero el Málaga tiene urgencias extremas.

Pellicer pedía una reflexión colectiva. La afición bajó el pulgar el sábado en La Rosaleda. Son tres meses sin competición en los que pueden cambiar muchas cosas. De fondo, una posible venta del club que puede dejar en agua de borrajas a quien mande. Es una fuente de inestabilidad adicional para la tensión máxima que se ve en el césped. Toca coser una herida muy fea.

stats