Editorial
Una legislatura fallida
Corría el minuto 37 de partido, Kevin Medina salía de un par de regates y un control que se le fue largo y en su intento por capturar el balón se lanzó al suelo y chocó de manera aparatosa con Marc Aguado, hijo del histórico Xavi, campeón de la Recopa con el Zaragoza de Víctor Fernández, el mismo entrenador 30 años después. Tras los gestos de dolor de los dos jugadores, Lax Franco se tomó un tiempo pero cogió la tarjeta roja y, pese a los diálogos de los jugadores malaguistas, no tuvo piedad. Le mostró la roja al del Llano de la Trinidad.
Pero en ese momento se abría una luz de esperanza, porque Arcediano Monescillo, el árbitro de VAR, llamó a Lax Franco para que revisara la jugada. En ningún momento Kevin sacaba los tacos para hacer daño, al contrario, recogía la pierna para evitar un choque que se producía con las rodillas de los dos jugadores. A pesar de ello, después de un minuto de deliberación consigo mismo, el colegiado decidió seguir adelante con su decisión, entendió que la entrada del malaguista había sido desmesurada a pesar de que las imágenes le daban otro punto de vista distinto. Así lo había entendido el colegiado de VAR, que no era merecedora de roja, pero sí siguió pensando, al contrario que ocurre más del 90% de ocasiones que va el árbitro a ver la imagen, lo mismo.
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