Málaga CF - Elche: Un tortazo a tiempo (0-3)
Ejercicio de impotencia del Málaga CF ante un Elche tremendamente superior que dominó los 90 minutos al cuadro blanquiazul, que ni siquiera chutó una vez entre los tres palos
Las fotos del partido
Tras varios meses levitando y viviendo en un globo de felicidad, el Málaga bajo a la tierra de manera abrupta. Quizá ahora sí se ha producido el aterrizaje real en la durísima Segunda División, tras un tortazo duro. Con esa confianza por las nubes, que es buena pero que a veces hace levantar los pies del suelo, el Málaga volaba y acumulaba partidos invicto y seis partidos sin perder y un juego que no paraba de mejorar hacían fluir ideas más ambiciosas de para las que está diseñada este equipo. El Elche demostró en La Rosaleda ser un señor conjunto que está en otro nivel del malaguista. Nunca es agradable un baile en casa propia como el que recibió el equipo blanquiazul por parte de un rival tremendamente superior en esta noche ya otoñal en Martiricos. Sí, se ha acabado el verano de verdad. Se ha sembrado y construido mucho, pero Pellicer y sus jugadores tendrán que enfrentarse a estos reveses de manera frecuente y tocará levantarse. Gestionar mejor frustraciones iniciales en los partidos y asentarse en una categoría a la que había regresado con pie firme antes de este aparatoso resbalón.
El partido se torció desde el inicio. A veces hay relaciones que aparantemente no tienen sentido, pero en ese estado de ánimo pletórico del malaguismo había habido un bajón con el caso Horta en Lausana. Pellicer repitió por tercera jornada consecutiva el once titular, algo poco frecuente en la filosofía del técnico de Nules, pero le había gustado bastante, así lo refrendaba en la previa, lo que vio ante Albacete y Granada, lo suficiente para prolongar esa inusual racha. Con los jugadores aún tomando asentándose en el partido, el Elche pegó rápido. Disparo en postura acrobática de Agustín Álvarez, que repele en buena estirada Alfonso. El rechace llega a la banda derecha, donde Álvaro Núñez la pone en el punto de penalti y el propio Álvarez, interesante delantero uruguayo (23 años), la cabeceaba colocada y abajo para imposibilitar un nuevo milagro del meta malaguista.
Eder Sarabia ya había maniatado y hecho incómodos los dos partidos al Málaga cuando dirigía al Andorra, en el año del descenso. Esta vez, con ese impulso del tempranero gol, también lo conseguía con un Elche diseñado para cotas más altas de las que transitaba hasta ahora, aunque ya había tenido ramalazos buenos en las últimas semanas. Fue un festival completo del equipo ilicitano. Alfonso evitaba más goles antes del descanso y era un ejercicio de impotencia lo que experimentaba el Málaga sobre el césped. No pudo saber qué clase de portero es Dituro en todo el duelo, apenas lo puso a prueba. En la primera parte, el bagaje ofensivo se redujo a una buena cabalgada de Antoñito con pase atrás a la frontal que Manu Molina remató lejos, muy desviado. Nada más salvo algún córner o balón colgado no rematado. El 0-1 no era mal resultado para lo que se había visto sobre el césped malaguista, que será replantado por cierto tras el partido que este domingo juega el Femenino.
Cambió Pellicer a Lobete por un Yanis al que aún le falta al descanso del duelo. Tuvo un arrebato Galilea, desafortunado en el partido, robando un balón y sacando al equipo para forzar un córner. Un espejismo. En la siguiente jugada, balón suelto en la frontal y zurdado de Nico a la escuadra de Alfonso. Imparable, no hubo posibilidad de respuesta. Esa chispita se apagó rápido. Y el guion del partido no cambió. Una alambrada del equipo rival, que también manejaba el otro fútbol perdiendo tiempo pese al verbo florido de su entrenador. Aunque ya no le hacía falta, el Málaga estaba en la lona. Más aún después de que Einar cometiera una mano de VAR que Lax Franco ratificó. Mourad batía a Alfonso, que esta vez tampoco tenía la lámpara a mano.
Pellicer había sacado a Castel y Dani Lorenzo. Después a Baturina y Larrubia para cambiar el frente de ataque completo. No sirvió para cambiar la dinámica. La Rosaleda, algo precipitada en algunos errores de sus jugadores, entonaba en los últimos minutos de manera emotiva el himno, una forma de recordar que ahí se sigue y se seguirá. La impotencia fue desagradable, pero también hay que pasar tragos duros y las lunas de miel se acaban. Vienen dos duros desplazamientos a La Coruña y Cádiz en las próximas semanas para medir también cómo es la piel de este equipo que ha dado tantas alegrías al malaguismo en un nivel superior de dificultad. Un tortazo a tiempo para ubicarse.
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