Málaga CF - Huesca: Ganar en La Rosaleda llena, el mejor homenaje a Puche (1-0)
Los de Pellicer siguen invictos tras cinco jornadas
El estadio se acordó antes y después de su ex presidente fallecido hoy
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El partido en La Rosaleda acabó en cierto modo como empezó. Coreando el nombre de Fernando Puche, eterno presidente del Málaga CF. Él, que dimitió cuando se borraron más de 6.000 abonados de un año para otro pese a estar en Primera División de vuelta tras la desaparición, alucinaría con una estampa así. Cerca de 27.000 aficionados en las gradas, vibrando y empujando como una cancha argentina o británica. Y el equipo respondiendo combinando fútbol y oficio a ratos ante el Huesca, que venía de ganar tres de cuatro.
Quinto partido del Málaga en este regreso a Segunda. La última vez que salió de la C fue precisamente con Puche y ya sabemos lo que sucedió al final. Pero no es día de triunfalismos y sí de saborear la satisfacción de ver que el equipo sigue teniendo alma y piernas y que los 50 puntos están un poco más cerca.
Aunque el viento estaba condicionando el arranque, el ciclón fue el Málaga en la primera mitad. Solventado con suspense un amago de ruina en una cesión de Nelson Monte a Alfonso Herrero sin detectar que estaba en otro punto y Joaquín merodeando el gol, el equipo fue yendo a más y a más hasta que acabó el 1-0.
Y gran parte de culpa la tuvo Sergio Pellicer, que había prometido cambios con respecto a Córdoba pero sólo introdujo una pieza por la lesión de Dani Lorenzo. El pequeñín de la clase, Aarón Ochoa, en la mediapunta. Además de tener un carácter impropio de su edad, tamaño y posición, goza de un sinfín de virtudes, entre ellas la elección correcta y la precisión para llevar a cabo sus veloces pensamientos.
Fue un elemento vertebrador en un Málaga muy dinámico, concentrado y ágil. No hubo factores discordantes, si acaso les faltó algo de precisión o generosidad a los extremos, que probaron varios disparos, siendo especialmente peligroso uno de Rahmani que sacó Jiménez por bajo pasada la media hora.
El gol llegó a dos suspiros del descanso. Cordero -que había cambiado de banda con Yanis- emergió por la derecha y colgó el esférico, que terminó colando en su propia portería Jorge Pulido, eso sí, con la colaboración necesaria de Dioni, autor político del tanto. El malagueño, al que más de uno quería jubilar, está de dulce. Anduvo cerca con un disparo en el 17’, combinó bien con sus compañeros, supo leer el partido y hasta se marcó un regate gourmet en el área que provocó la ocasión de Rahmani.
El Huesca, pese al golpe, tuvo tiempo de amenazar en una de sus especialidades, el balón parado, antes del descanso. Le tocaba mover ficha a Antonio Hidalgo, cuyo nombre coreó la Grada de Animación en el minuto 8 de su dorsal. Y efectivamente el entrenador catalán hizo triple sustitución y cambió de sistema.
El Málaga supo hacer valer su ventaja y no permitió casi nada. Una salida rara de Alfonso que acabó en tarjeta, algún balón al área despeinado por el viento y amagos a balón parado, poco más.
Con tanta lesión, a Pellicer le faltó algo más en el banquillo para reavivar las bandas y matar en velocidad. Dado el escenario actual, introdujo a Haitam, que tuvo que pedir el cambio a los pocos minutos. Tampoco acabó bien Roko, víctima de dos fuertes entradas en el centro del campo.
Sí amarró bien por dentro, donde el Málaga supo hacerse fuerte. Castel tuvo el 2-0 tras un centro de Izan Merino, que debutaba. Su remate de cabeza se estrelló con la madera. No se echó en falta. Aguantó hasta el final el conjunto malacitano, que deja su portería a cero de nuevo.
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