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Menos de dos meses después de aquella memorable noche previa a San Juan en la que toda Málaga vibró con un regreso al fútbol profesional con un guión hollywoodiense pero que reservaba una alegría muy necesaria, el Málaga vela armas para su debut este sábado en Ferrol en la Liga Hypermotion, que así se llama ahora la segunda categoría del fútbol profesional. De él salió el Málaga tras 25 años después de varias temporadas jugando con fuego. Un club intervenido judicialmente, camino del lustro ya, con un tope económico que lastra su crecimiento, metido hasta las trancas en los juzgados. Pero puede haber merecido la pena el descalabro para encontrar un camino que se prevé tortuoso en una Segunda División ultracompetitiva, repleta de equipos históricos y jugadores de pedigrí y con ambición, en la que el mantra que se vende desde el club es alcanzar los 50 puntos, habitual sinónimo de salvación, cuanto antes. Pensar en algo más sólo podrá ocurrir si hay un desempeño extraordinario y una mejoría de varios escalones de un bloque que seguramente es mejorable pero que tiene un arma muy poderosa: una unión, lazos muy fuertes, que valieron, aunque fuera en una categoría inferior, para ganar mucho. No hay mayor pegamento que la victoria, aunque en este grupo llegó antes la comunión.
Comunión que simboliza un malaguismo enajenado con su equipo como no recuerdan ni los más veteranos en la fe. Puede entenderse que en un mundo globalizado que se va homogeneizando un escudo y unos colores generen identidad e identificación, esa sensación de pertenecer a la tribu. Puede ser también esa reflexión de “cuanto más se hunde el Málaga más malaguista me siento” que pronunciaba antes del ascenso un blanquiazul ilustre, Antonio de la Torre. O también que esa generación de niños de la Champions ahora sean ya los chavales que reciben enloquecidos a su equipo antes de un gran partido y crean un ambiente con poco par en el balompié patrio. También empuja que haya un vecino de La Luz, de Carranque, de la Trinidad, del Puerto de la Torre o de Marbella sobre el césped. 17 de los jugadores con los que cuenta Sergio Pellicer son canteranos y/o andaluces. Saben perfectamente dónde están y qué representan, no hace falta explicárselo. Se pasó de algún vestuario anterior en el que no pocos no se hablaban entre sí a otro en el que se van 20 a comer juntos.
Pellicer, otra pieza esencial. Puede abordar si cumple su contrato, lo que sería una gran noticia, el récord de partidos histórico de un técnico del club. Ya está en la enciclopedia malaguista, pero aún quiere escribir más páginas. Parece el técnico ideal, con el refuerzo del ascenso, para desarrollar esa idea de Loren Juarros que en algún momento puede parecer excesivamente romántica y atrevida, apostando por gente de la casa de manera integral. Pero el burgalés lo tiene meridianamente claro y no vacila.
Todo suma y es necesario para competir en una categoría en la que dos tercios de la plantilla ya ha jugado con regularidad. Por esa línea han ido los cuatro refuerzos (Lobete, Pastor, Baturina y Luismi) concretados, todos baqueteados en Segunda. Queda al menos un delantero más, que no estará en Ferrol, para antes del cierre de mercado. Si se puede, un jugador de banda más. Aunque ahí están preparados Kevin, Lobete, Antoñito Cordero, más tarde Haitam... Es parte del plan de Loren, dejar esos nichos para que los de abajo entren por la puerta del primer equipo. Con hechos, el Málaga, a falta de que se cierren las plantillas el 30 de agosto, es la plantilla más joven de la categoría, poco más de 25 años de media. Pero no falta experiencia, son jugadores que también saben lo que es jugar con una Rosaleda llena, que hace volar pero también se puede caer encima.
Es una Segunda muy andaluza, con los tres equipos que bajaron de Primera (Almería, Cádiz y Granada), siempre hay que contar con ellos para subir por la ventaja competitiva económica por el apoyo de LaLiga, y los dos que llegaron, Málaga y Córdoba, de la mano. Con equipos con décadas en Primera como Zaragoza, Deportivo, Sporting, Oviedo, Levante, Elche, Tenerife... Sobran dedos de una mano para contar los clubes que nunca estuvieron en la élite.
Empieza mañana otro viaje alucinante en Segunda, con 26.550 majaras que han sacado su abono para soplar. Es el Málaga de la ilusión, nunca se percibió tanta, al menos no entre tanta gente, como ahora. Ferrol es el kilómetro 1 de la maratón de 42 partidos, la salvaje Segunda del fútbol español. Con el Málaga de vuelta.
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