Nàstic de Tarragona - Málaga CF: La gitana no estaba loca (2-2)

Un ascenso inexplicable, un partido loco, una noche para la historia

Pellicer y su familia lo logran cuando iban 2-0 en la segunda parte de la prórroga

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Celebración del ascenso en el vestuario
Celebración del ascenso en el vestuario / Carlos Guerrero

No tiene ningún sentido cómo ha ascendido el Málaga a Segunda División, en un partido desquiciado, abrazado a la inconsciencia de Aarón Ochoa y Antoñito Cordero, cuando nadie daba un duro por los blanquiazules, cuando más de uno y más de dos afilaban los cuchillos contra Sergio Pellicer, cuando la memoria empezaba a construir el relato de un nuevo Dortmund.

Dos goles de desventaja tenía el Málaga, con muchos futbolistas a punto de hundirse, cuando la fe se había casi desvanecido. Cómo iba a levantar tal desventaja el equipo que apenas había sido capaz de resistir erguido incluso en el 10 contra 11. Pero esto es el deporte rey, cruel y canalla como un Dios perverso.

Entra en la historia este equipo, que es una familia, con un ascenso que se suma a la lista mítica. Guarda un poco de esencia de cada uno. La encerrona de Jerez de los Caballeros, la mística del Terrasa, la efervescencia del Albacete, la heroica del Tenerife. No estaba loca la gitana, parece ser.

 Se podía cortar la tensión con cuchillo en el Costa Daurada desde antes incluso de echar a rodar el balón. La atmósfera era irrespirable por momentos, con una presión ambiental digna de un partido a vida o muerte. Tarragona dio alas al Nàstic y el Málaga tuvo que aplicar el manual de resistencia.

Pellicer tiró de los mismos hombres que jugaron la ida, pero con Ferreiro y Kevin en sus bandas más habituales y sin permutas. Lo cierto es que durante 45 minutos el Málaga jugó con su ventaja y con la necesidad del Nàstic. Repelió la presión con multitud de balones en largo.

Muchos buscaban a Roberto, que se las tuvo con Trigueros y Nacho Fernández, con los que tenía cuentas pendientes de La Rosaleda. Ambos centrales se fueron amonestados al descanso. Sin embargo, el arbitraje de Mallo Fernández tiraba a casero. La hinchada local era de otra opinión.

Lo cierto era que si alguien estuvo cerca del gol fue el conjunto de Vidal, que tuvo en Andy (esta vez titular) a un magnífico ejecutor de la estrategia a balón parado y en Concha a su hombre más fino. Pero el frontón blanquiazul funcionó, con Juande, Einar y Genaro barriendo todo lo posible.

Andaba el Málaga a 45 minutos de la gloria, pero también a un gol de verse obligado a marcar. El plan de partido requería de alguna cosa más porque el Costa Daurada no será el Bernabéu, pero los 90 minutos con 0-0 parecían algo molto longo.

La tónica a la vuelta de vestuarios era exactamente la misma, pero pecó Vidal al no sentar a uno de sus centrales amonestados. Nacho pasada la hora de juego fue expulsado por doble amarilla tras una falta a Ferreiro, que había pasado recientemente a la izquierda tras entrar Larrubia por Kevin.

No supo el Málaga hacer valer la superioridad ni igualar el hambre del Nàstic. Tras salvar Einar un gol de Santamaría, llegó el tanto local. Godoy cazó un balón en el área y puso patas arriba el partido. Hasta el noventa y tantos aguantó con uno menos el cuadro catalán y hasta se permitió alguna llegada peligrosa. El estadio celebró la prórroga.

El Málaga permitió en superioridad numérica que Gorka Santamaría rematase solo en el área un centro lateral. Cabeceó de manera inapelable. A los blanquiazules se les vino el mundo encima. Pero Pellicer le pidió en el corrillo del descanso de la prórroga un esfuerzo más, el último. El de Nules metió al imberbe Aarón Ochoa (poco antes a Cordero). El adolescente eligió creer y de una acción personal suya llegó el 2-1 de Dioni.

Con el Málaga volcado, llegó algo poco habitual. El colegiado paró el partido por el macabro show de los balones que desaparecían y aparecían. Con amenaza de suspensión del choque incluida. Se perdieron muchos minutos, que frenaron el impulso malaguista. El reloj corría contra el cuadro malagueño, que era todo desesperación. Con toda Tarragona llevándose las manos a la cabeza, sucedió lo imposible. Cordero marcó con el alma. Traca matraca. La Familia es de Segunda.

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