Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Desde que el pasado 3 de octubre de 2019 el concejal de Urbanismo de Málaga informase de que las cuentas de la Fundación Málaga CF ya contaba con el dinero necesario para continuar las obras de La Academia han sobrevolado Arraijanal cientos de aviones y miles de aves migratorias que no han visto nada nuevo en las estructuras de hormigón abandonadas que son el sueño confeso de todos los últimos regidores del club malaguista y bastantes políticos. Y van tres lustros de ilusión. En los dos últimos meses y medio de intervención judicial tampoco se han producido novedades. Todo sigue igual de parado, sin ningún plan conocido para que avance. Lo normal.
En agosto de 2006, Fernando Sanz se vestía de presidente del Málaga y conseguir poner en marcha una ciudad deportiva para el equipo se convirtió en uno de los ejes de su proyecto. Seis meses más tarde, los medios de comunicación se hacían eco del principio de acuerdo entre el club blanquiazul y el ayuntamiento de Casabermeja para que se construyera en dicho municipio. Fernando Sanz con el club en pleno proceso concursal buscaba una fórmula que le permitiese construir la ciudad deportiva con el mínimo coste para el club y en la capital malacitana, inmersa en su eterna expansión, era complicado encontrar esas condiciones con un club que sólo tenía deudas. Todo cambió en un par de estaciones.
En el verano de 2007 el consejero de Presidencia, Administraciones Públicas e Interior de la y Portavoz de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, era concejal de Deportes del Ayuntamiento de la capital malacitana y el 24 de julio se anunciaba un acuerdo entre él y el propio Fernando Sanz para la cesión municipal de una parcela de terreno cercana al Martín Carpena en la que poner en marcha el plan de una ciudad deportiva. Por entonces, ya se hablaba también entre entidades para saber qué podía pasar con las viejas instalaciones de El Viso, sin ningún alarde y con demasiadas grietas y desperfectos que mantenían las instalaciones como algo a lo que recurrir por no tener nada más.
Sin embargo, los Planes de Ordenación Urbana hicieron imposible la construcción de la ciudad deportiva del Málaga en ese pedazo de ciudad cercana al Martín Carpena. El proyecto quedó varado en los impedimentos burocráticos y se planteó poder hacer lo mismo en terrenos cercanos a San Julián. Pasaban los meses, el Málaga se recuperaba económicamente de manera muy tímida pero conseguía salvar la máxima categoría después del ascenso de 2008. Conseguir el dinero parecía complicado, pero encontrar un lugar idóneo aún más, se llegó a pensar en construirla en una parte de la ciudad opuesta a la desembocadura del río: San Cayetano, en el distrito de El Puerto de la Torre.
Mientras se estudiaba la parte burocrática del proyecto, llegó el jeque. Al-Thani hizo del proyecto una de sus banderas. Pensó en una ciudad deportiva megalómana, con hotel para deportistas de alto rendimiento y un acuario con el que poder sacar dinero a la construcción, le gustaba la zona de Arraijanal y en un ejercicio de pompa extrema su director general Abdullah Ghubn y la directora general de la Unesco Irina Bokova cogían una pala a cuatro manos para echarle un poco de tierra a un pequeño olivo sembrado en el lugar en el que se iba a construir La Academia. Vestidos del Málaga con gorra blanca un coro de niños aplaudía detrás de ellos. Magnífica instantánea, cuyo lugar exacto fue ocultado a los medios de comunicación. Era la época en la que el Málaga pagaba a la Unesco por llevar su logo. Bokova se hizo varias fotos en la ciudad e incluso tocó una pala.
Pero el lugar elegido estaba destinado a un gran parque periurbano. La Academia está proyectada en torno a un quinto de ese terreno que deberá de ser público. La Junta dio su visto bueno al proyecto, recortado en instalaciones como el hotel o el acuario, en enero del 2015. Para entonces, el Ayuntamiento de la capital había hecho un auténtico trabajo de precisión adquiriendo todas las parcelas necesarias para que se pudiese poner en marcha no sólo el proyecto de ciudad deportiva, también el parque periurbano que debería ir en el emplazamiento.
En septiembre de ese 2015, el Ayuntamiento consideraba nombrar a la Fundación del Málaga de utilidad pública, solventando otro revés burocrático para poder ceder el terreno sin ánimo de lucro a la Fundación durante los próximos 75 años. Aún así, lo poco construido de La Academia tardó en arrancar. La enésima muestra de apoyo municipal al proyecto consiguió permutar los terrenos que el club tenía en la zona de El Viso por cuatro millones y medio de euros que se le dieron a las arcas de la Fundación par que construyese el proyecto de la ciudad deportiva. Este invierno salieron a relucir cuando se trató de evitar que la dirección general del equipo usase ese dinero como plan de viabilidad ante la mala situación económica del club. Un gran movimiento para la empresa futbolística a costa del trabajo público.
Las particularidades del terreno, un lugar natural de alto valor ecológico en plena zona de costa hipermasificada y con restos arqueológicos que el propio alcalde desechó poner en valor sobre el terreno, le han granjeado a las obras protestas vecinales y ecologistas e incluso recursos para que no se iniciasen. Todo desoído. El esqueleto de hormigón abandonado que luce actualmente se empezó a construir en verano del 2018 y antes del invierno ya estaban las obras paradas. El Ayuntamiento no quiere recuperar los terrenos y está por ver si se acaba ejecutando en un plazo próximo. La Academia sin final.
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