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Pellicer, en la mesa de Peiró, Muñiz e Ismael Díaz

Se une al club de los entrenadores que han logrado los ascensos más importantes del Málaga CF

Todos los caminos le han conducido siempre a Martiricos

El 1x1 de los jugadores de los héroes del ascenso

Sergio Pellicer, en la celebración. / Carlos Guerrero

Sergio Pellicer (Nules, 1973) se sienta ya en la mesa de Ismael Díaz, Joaquín Peiró y Juan Ramón López Muñiz. Los técnicos de los ascensos, que en Málaga tienen la dignidad de los títulos. Cierra así el círculo después de haber tenido que recoger los pedazos del doloroso descenso. El castellonense, pese a sus logros anteriores, nunca ha sido un hombre de consenso en el malaguismo (en eso se parece a Tapia y Muñiz). Ha tenido detractores y defensores acérrimos.

Pellicer fue un joven lateral que el Málaga pescó del Valencia B con apenas 22 años. Pasó dos temporadas y se tuvo que marchar al Cádiz justo el año antes del ascenso del 98. Pero la ciudad y el club le marcaron. Málaga acabó siendo su casa y la de su familia, como ha recordado en tantas ocasiones. Era un sitio hecho casi a su medida y el tiempo lo terminó por demostrar.

Todos los caminos le ha conducido a Martiricos, sobre todo desde que empezó en los banquillos. Como tantos otros, tuvo una mili en el San Félix (vinculado al club hasta el verano pasado) y luego comenzó a escribir su historia en La Academia, tocando el cielo con la conquista de la Copa de Campeones juvenil en la tanda de penaltis ante el Sevilla. También la Youth League.

Los caprichos del jeque Al-Thani

Los caprichos del jeque Al-Thani le llevaron a tener que unirse al Gato Romero tras la salida de Juande Ramos. Pese a su cualificación, le tocó ser ayudante. Esta posición la seguiría manteniendo en la etapa de Míchel y, en menor grado, con José González. Fue parte esencial de su formación para entender a los equipos profesionales.

En 2018 decidió probar fortuna con el filial del Deportivo, pero no eran tampoco buenos tiempos en A Coruña. “Fuera de Málaga hace mucho frío”, ha sido uno de sus grandes mantras. Lo vivió en sus carnes. En 2019 regresó a casa para coger el Atlético Malagueño. Esa vuelta fue la que lo cambió todo.

Estalló el Málaga, salió de manera abrupta Víctor Sánchez del Amo. Manolo Gaspar, que acababa de coger las riendas de la dirección deportiva apostó por Pellicer. El de Nules se vio en mitad del paso del jeque al administrador judicial y la pandemia de Covid. Aun así salvó al equipo. Venían curvas peores. 

La fiesta del Málaga CF en Tarragona, en imágenes / Carlos Guerrero

El verano de los ERE y el Covid

En verano hubo dos ERES, a trabajadores y a la plantilla. Tuvo que lidiar con una estampida y la histeria en Alhaurín en la pretemporada mientras trataba de cocinar junto al paleño un equipo que pudiera competir en una temporada marcada por las estrictas medidas de seguridad y La Rosaleda vacía. Sin olvidar la heredada sanción de 18 fichas. Empezó a brillar como gestor de grupos y logró la salvación más improbable de la historia.

Sin embargo, se rompió el triunvirato con Muñoz y Gaspar y decidió no renovar. Se mezclaron problemas personales de peso con una propuesta que no terminó de gustarle a nivel de estatus. Estuvo un tiempo alejado de los banquillos hasta que aceptó una oferta del Fuenlabrada que tampoco cuajó porque ese club estaba condenado.

La última apuesta de Manolo Gaspar

Casi un año más tarde, en enero de 2023 abandonó su retiro para volver a sentarse en el banquillo de La Rosaleda. Fue el último movimiento de Manolo Gaspar antes de salir del club. Se criticó que el contrato le vinculase al Málaga aun bajando. Tuvo muchas voces en contra y las tenido que aguantar toda la temporada.

Los hechos han hablado por sí solos. Capeó el temporal, frenó la caída, cosió un equipo nuevo y lleno de imberbes (aumentando por enésima vez el patrimonio deportivo del Málaga), demostrando saber gestionar a los más jóvenes. Eso sí, ha sido su año más rebelde, sabiendo que su cara era la primera en aparecer en la diana y tras comerse un tercer ERE. En el fondo siempre ha sido un poco así, alguien de mecha corta y con nervio, pero que luego cuando rebaja pulsaciones corre a darte un abrazo.

Su gestión en el tramo final, clave

Afilaban cuchillos muchos antes de concluir la prórroga en Tarragona. Los hay que, incluso en este momento, siguen dándole cera, que es mejor que dar un paso atrás y admitir que quizás (sólo quizás) se equivocaban. Más allá de lo estético y del gusto, Pellicer se ha entendido a sí mismo para darle al equipo lo que necesitaba, huyendo de la naturaleza de su yo del pasado, logrando que su gestión emocional y discursiva sirviese de pegamento en los momentos en que todos dudaban de todo. Él mismo admite que en otro momento de su vida igual hubiese ardido todo como Troya.

"Hay que creer hasta el final", repetía y repetía ayer, exhausto y feliz a la vez. Deja imágenes para la historia. Con el puro a lo Ancelotti, los abrazos y posados con Loren Juarros, su lado canalla en la fiesta tras aterrizar en Málaga. En la mesa de la historia de este club se sienta por derecho Sergio Pellicer.

Pellicer da órdenes antes de empezar la prórroga / Carlos Guerrero

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