Racing Ferrol - Málaga CF: Una alegría y una pena (2-2)

El Málaga se adelanta dos veces en el marcador en Ferrol y ofrece una buena imagen en el debut, pero paga cara la falta de contundencia en los balones aéreos y acaba empatando

Kevin marcó un gol de videoteca y Antoñito Cordero culminó otro de calidad

Las fotos del partido

Antoñito Cordero celebra el segundo gol. / La Otra Foto

Por un momento, el Málaga se transportó de Ferrol a Tarragona, con un gol de Antoñito Cordero en el tramo final que parecía dar un triunfo en A Malata para continuar en la nube en el estreno en Segunda División, pero Eneko Jauregui y la falta de contundencia propia en los balones colgados, un mal que fue constante durante los 90 minutos y que hay que corregir de manera indefectible, impidieron un triunfo que hubiera sido de cine. No se puede decir que el empate fue injusto (2-2), pero el Málaga se adelantó dos veces en el marcador, con un golazo de videoteca de Kevin y con un otro tanto de calidad del héroe del Nou Estadi. Y eso debió bastar para amarrar tres puntos. Fue un duelo muy divertido, con un Málaga creciente en protagonismo, alineando a tres juveniles, pero que no pudo rematar. Son lecciones que hay que aprender, mejor empatando y sumando que perdiendo. Queda ese regusto agridulce. El equipo compitió ante la revelación de la categoría del año pasado, supo capear momentos malos, fue certero en el área rival. Pero fue blando donde no debe de serlo y donde los rivales no perdonan.  

Pellicer apostó por el doble pivote de Juanpe y Manu Molina, que no tuvieron mucha continuidad juntos la temporada pasada. Los laterales de Primera RFEF y Nelson-Pastor como pareja de centrales. Con Kevin y Larrubia por banda a pierna cambiada, un imberbe Aaron Ochoa más liberado y apretando en la presión y Baturina arriba. Un equipo reconocible, pero que lógicamente tiene que hacerse a la categoría. El Racing de Ferrol no mantiene a muchos jugadores de la pasada temporada, en la que coqueteó con el ascenso dos tercios de temporada y apenas cedió dos triunfos en A Malata. Y marcó el ritmo en el inicio del partido. Al Málaga le costaba conservar la bola y llegar a tres cuartos con el control y crear de peligro. 

El balón parado, que en esta categoría ya sabe el Málaga que es el Evangelio, le creó dolores de cabeza. Primero fue una falta botada desde la banda derecha por Señé (otrora vinculado al Málaga en más de un mercado) que fue cabeceada por el central Puric. Con Alfonso batido, el balón botó y chocó con el palo izquierdo de su portería. Tras el primer uy serio, después el clásico paradón de reflejos de Alfonso. Córner que remata Luis Perea y que el toledano saca bajo palos con un poderoso despeje.

La temperatura era agradable en tierras gallegas, no hubo pausa de hidratación, y progresivamenete, el Málaga fue soltándose algo más y pisando más territorio minado. Manu Molina y Juanpe aparecían algo más para jerarquizar. Alguna arrancada de Kevin daba algo de oxígeno para ganar metros. Y en una de ellos, tras un rechace, el balón lo cogió Aaron Ochoa, que tiene la mala leche necesaria para ser futbolista, y soltó un buen zurdazo a media altura que despejó Jesús Ruiz. Le vino bien al Málaga para coger algo de confianza. Ya la costaba más al Racing llegar al área malagueña.

Y cuando el descanso se daba por bueno con 0-0 llegó la obra de arte de Kevin. El de La Trinidad consiguió el gol que estuvo buscando toda la temporada pasada y no llegó. Solapada por el gol, buena maniobra previa de Roko Baturina, con control de espaldas, descarga y apertura a la banda contraria para que jugara el 1x1 el malagueño. Mandó a por tabaco a Dorrio y Buñuel con amagos y en el eslalon sacó un derechazo brutal con un golpeo violento e imparable desde el balcón del área. Cuando un disparo así da en la parte superior de la red es canela. Golazo y a vestuarios.

El Málaga salió muy bien en la reanudación y tuvo 15-20 minutos en los que dominó el duelo y parecía más cerca el 0-2 que el empate. Gobernaba, controlaba y el Racing ni siquiera merodeaba el área de Alfonso Herrero. Cristóbal meneaba el árbol y sacaba a Eneko Jauregui, a la postre clave en el encuentro. Y la kriptonita malaguista era el balón parado y los balones cruzados. En un partido aseado defensivamente no es sostenible la falta de contundencia en esos lances. En esta categoría, en todas, es un problema grave no ser fuerte en el área propia. Jauregui, que en el verano había sonado para el ataque para el Málaga pero no había sido una opción primaria, aprovechaba un rechace tras un mal despeje de Víctor García para igualar sobre el minuto 70. El partido entró ahí en combustión con los cambios. Álex López bordeaba el 2-1 pero Alfonso sacaba una manopla. En el Málaga entraban Lobete y Antoñito y eran claves en el 1-2. Jugada del vasco por la izquierda, remate de Gabilondo de volea y desvío a la red del jerezano en su primer balón. El espíritu de Tarragona, bien vivo.

Pero, quizá para recordar que se está en otra dimensión y que los errores se pagan, otro balón colgado desde el lateral se convirtió en el gol del empate. Esta vez Galilea quien quizá no fue con toda la contundencia debida y el mal remate de Manzanara lo hizo bueno Jauregui para firmar un doblete que le quitaba la victoria a un Málaga bravo, que compitió y tuvo tramos de buen juego, pero que pagó esa falta de colmillo en el área propia. Con dos goles fuera de casa se debe ganar un partido. No lo supo hacer, aunque es un buen punto de partida. La bienvenida a Segunda es prometedora, pero también tiene un aviso.

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