El parqué
Jornada de subidas
En la última fiesta de La Rosaleda en este 2024 para la historia, el protagonismo se compartió con el VAR, que anuló hasta tres cantados y celebrados tantos blanquiazules. Pudo ser una goleada escandaloso, pero la terminó de abrochar Kevin con una falta preciosa pasado el 90. Para entonces, Martiricos ya llevaba casi un cuarto de hora de jolgorio. Merecido sin duda.
No hay más, porque ya se han espantado los fantasmas ni se habla de los empates y los ‘uys’. Son 27 puntos antes de irse al parón de la primera vuelta tras la salida a Gijón, ante un Sporting que viene de empatar en el campo del Mirandés casi in extremis tras una derrota en El Molinón con el Racing de Ferrol. Cada uno puede poner a este Málaga los adjetivos y los peros que quiera, pero no cabe duda de que es un equipo solvente y competitivo, que da más de lo que tiene y tiene menos de lo que ha merecido.
A Pellicer, seguramente, nadie le reprochará en esta ocasión las rotaciones que aplicó para medirse al Eldense. Porque no fueron pocos los cambios. Sólo sobrevivió Galilea de la defensa de El Plantío. Así como regresó Manu Molina y metió a Roko Baturina de nueve (además de mantener a Cordero de titular).
Fue, sin lugar a dudas, una intensa y bella primera parte de idas y venidas, con goles, su puntito de polémica y sus desastres ocasionales, nunca mejor dicho. Como se suele decir, una bendición para el espectador neutro.
El primer error, seguramente, lo cometió el propio Eldense. A los 20 segundos ya estaba tratando de flagelar a Dani Sánchez. El Málaga recogió el guante y aceptó la batalla a campo abierto, donde tantos de sus futbolistas se sienten como peces en el agua. Y, aunque esta vez es verdad que tuvo mayor porcentaje de acierto ante la meta rival, no terminó de cerrar expediente con un tercer hachazo antes del descanso.
Manu Molina envió desde su área un servicio insultantemente preciso a Dani Sánchez, que controló, se internó y logró dar con Cordero en una de sus posiciones favoritas. El jerezano la colocó con el borde interno a la izquierda de un desafortunado Mackay. La celebración es digna de moviola y abre debates. Su lenguaje corporal fue un “yo, aquí”. Ojo.
Pero el partido seguía, con una velocidad endiablada y un espíritu alegre -para los que dicen que el Málaga es conservador- que inclinó el césped a su favor. Un disparo de Larrubia (letal a campo abierto) tras una conducción magnífica;su posterior córner servido por Dani Sánchez para el gol de Galilea, anulado por una rosca tan infinita que salió de fondo.
También hubo algún aviso del Eldense, que montó una contra acongojante que Jokin desactivó tras una titánica recuperación de metros y ubicación. La respuesta fue más zarandeos del Málaga, con un Lobete al que le sigue faltando atinar en la definición.
El 2-0 fue una cuestión de mera inercia. Nelson Monte, que de ninguno en su carrera ha pasado a ser casi pichichi malaguista, mató en el segundo palo tras una falta lateral de Dani Sánchez.
Hubo más. Una personal de Jokin, un par de intentos con poco ángulo de Roko, alguna más de Lobete... Y todo con el Eldense en pleno cortocircuito, con dos amarillas de Iván Martos fruto de la impotencia. Con diez y desbordado, el técnico del Eldense realizó un par de cambios en el descanso para tratar de tapar goteras sin renunciar al milagro.
Tuvo un arrebato inicial que honra al cuadro alicantino, pero no tardó demasiado el Málaga en volver a reinstalar la tendencia de la primera mitad. El tercero lo merecía ya Baturina. El primer remate, de cabeza en el área y solo, fue imperdonable. El segundo, resultó cruel que no entrase tras un zurdazo tremendo desde 25 metros que chocó con la madera violentamente.
Volvió el colegiado vía VAR a anular un gol del Málaga. Falta lateral de Dani Sánchez en la que Lobete fue más listo, se anticipó y marcó de cabeza. Se señaló un fuera de juego previo de Galilea y por condicionar a Timor... Interpretable. Lobete, por cierto vio amarilla por celebrar quitándose la camiseta. Eso sí se lo quedó. No fue el último en anular, no. También hiló fino tras celebrar los blanquiazules un gol de Larrubia por orsay previo de Dioni.
Pasaron los minutos sin que llegase un tercer gol válido, pero sí celebró a su modo La Rosaleda la entrada al campo de Godoy, recibido al cántico de ‘¿Dónde están los balones, los balones dónde están?’. El estadio era una fiesta, ajeno a posibles sustos, indulgente con las imprecisiones.
Pero Kevin Medina no quiso irse sin un regalito prenavideño. Forzó una falta en la frontal y se quedó el balón. Quería ejecutarla aunque era más para un zurdo. Dibujó una rosca por fuera de la barrera para redondear la noche y un mágico 2024 en Martiricos.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
El parqué
Jornada de subidas
Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventario de diciembre. Andalucía
Envío
Rafael Sánchez Saus
Maestro de maestros
No hay comentarios