Roberto, su libertad sube a diez millones
La cláusula del delantero cordobés, que ha explotado esta temporada con 20 goles, aumenta con el ascenso
Señaló el camino con un play off deslumbrante (5 dianas), plasmando una madurez absurda a sus casi 22 años
Oferta al Malaga CF por Roberto: “Hay una y no es de ningún club de los que se publicó”
Dos días antes de rematar el ascenso en Tarragona, Roberto Fernández Jaén (Puente Genil, 2002) peregrinaba a La Trinidad para tener un mano a mano íntimo con el Cautivo. Algo tocaría el Señor de Málaga, al ser ya una visita rutinaria, para bendecir al delantero cordobés. Su temporada, la del estallido. En unos tiempos infaustos para el Málaga CF, que afortunadamente mitigan, con la incertidumbre e inestabilidad de aterrizar en el infierno de la Primera RFEF, emergió un ser divino, con cara de ángel y un tipo extraordinario. De La Academia, a la que llegó en 2018, cuna de buenos futbolistas, pero desatendida en la época reciente por la pésima gestión del club, que trató de avivar Loren Juarros, encontrando, entre otros críos por potenciar, a un Roberto que acaba la temporada con 20 goles, con un impacto sin precedentes en un play off: cinco dianas, nunca visto en una fase de ascenso. Con el ascenso, su cláusula pasa de 6 a 10 millones de euros. Tendrá ofertas superiores con total seguridad, ya hasta se habla del Atlético de Madrid, runrún que no le ha empequeñecido en el play off, al contrario. Su permanencia será uno de los grandes retos del club en verano, que ahora sí cuenta con motivos para persuadir. "La voluntad del club es que Roberto siga muchos años en el Málaga. Si sigue creciendo como lo está haciendo con 21 años, si somos capaces de que esté aquí hasta los 25, igual lo podemos vender por 30/40 millones. Ese sería un buen objetivo. Vamos a ver, no va a ser fácil", explicaba Loren Juarros recientemente en Málaga Hoy. Ya es leyenda del club, delanteros que antes escribieron grandes páginas como Basti, consejero y confidente en el día a día, o un tal Catanha, el último malaguista en alcanzar la veintena de tantos. Se sienta en esa mesa con gran presencia. "Hace un año me prometí a mí mismo y a mi familia que iba a dar todo de mí para que el Málaga vuelva al fútbol profesional. Un año después, sueño complido", escribía en su cuenta de Twitter. Alguien con estrella.
Inesperados esos registros. Una de las grandes historias que deja la temporada. El único delantero que no marcó en pretemporada, vieron puerta Dioni o Loren Zúñiga, pero Pellicer olfateó ese crecimiento del cordobés, que rápidamente adquirió ese hueco de punta, ese nueve de área que incumple las normas modernas del fútbol actual, especie en peligro de extinción. Difícil de imaginar porque no fue un virtuoso de cara a portería, sí un generador de ocasiones. Perdonen la alusión: el mismo Roberto, en una entrevista para Málaga Hoy, se autocomparaba con Vinicius, un espejo el jugador del Real Madrid para certificar que se trabaja, por mucho que la habladuría futbolera asegure que con el gol se nace. También se hace. Pulió esos déficits para convertirse en un jugador que ha marcado diferencias, solo a la altura de Pau Víctor, delantero del Barça B, donde Roberto se coció (ocho goles), una operación disparatada del club, por poner en peligro a uno de tus grandes activos, pero le ayudó a curtirse. La gran actitud del chico, una esponja, el trabajar con Dioni, al que sentaría pero nadie mejor que instruirle en este fútbol de barro, soporífero, pero que al final el malaguismo le encontró el encanto, influyeron en la reconversión de Roberto, con un Pellicer que siempre lo cuidó y protegió, un padre futbolístico. No obstante, siempre le exigió públicamente el técnico.
Y el peso de esos goles. Abrió la lata hasta en nueve partidos. Entre Primera, Segunda y Primera RFEF, solamente Álex Forés del Villarreal B le mejora con diez. En la historia del Málaga, sólo en inspirado Salva Ballesta de la 2003/04 consiguió hacerlo mejor. Adelantó una decena de veces a aquel equipo de Juande Ramos. Cuatro asistencias además. Ha sido una secuencia habitual ver a Roberto encontrar situaciones de la nada, se mantuvo esa tendencia incluso en los valles futbolísticos del equipo, tiene esa picardía para oler sangre y generar el caos. El penalti que se fabrica en Vigo, que viene tras un robo suyo, un claro ejemplo. Precisamente desde la pena máxima, mostrando exhibiciones formidables de templar tanto en Balaídos como en La Rosaleda ante el Nàstic, exuberancia en ese volcán emocional, a Rubén Castro le pesó La Rosaleda en aquel fallo con el Huesca. Ese recuerdo sobrevoló el estadio. Pero Roberto acertó, rodeado de varios pitbulls de rojo ladrando. Una madurez que incluso brilla con más fuerza, a punto de cumplir 22 años. Con 16 llegó a Málaga tras salir de la cantera del Córdoba. Pasó del juvenil al primer equipo, sin etapa en el filial. Debutaba en un 16 de agosto de 2021 en Miranda de Ebro, paso en su formación hasta jugar 1.378 minutos durante esta 21/22 en Segunda División. Y hacia arriba. Casi tres años después, Roberto se ha convertido en el gran patrimonio del club, por su edad, potencial y un claro ídolo del malaguismo, que vuelve a experimentar una alegría tras años de amargura. Una temporada montaña rusa, pero muy especial para el aficionado: llenos, recibimientos, desplazamientos o conjuras en el aeropuerto. La afición le exige que se quede, lo más repetido en la celebración del ascenso. Es un futbolista de otro nivel.
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