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Málaga/Seguramente hay cabos sueltos en esta historia se desconocen. El martes por la mañana aparcaba en La Rosaleda Álvaro Jiménez para convertirse en el undécimo fichaje del Málaga. Pasaba el reconocimiento médico y veía desde la grada el tramo final del entrenamiento de los que debían ser sus compañeros. Se había presentado el ex jugador del Getafe con sus botas de fútbol y sus zapatos, como una primera avanzadilla de su mudanza a Málaga.
Poco más de 24 horas después, el Sporting de Gijón anunciaba el fichaje del jugador cordobés para la temporada recién iniciada, con foto incluida del jugador en las oficinas del club asturiano. Hoy se entrena a las órdenes de Rubén Baraja y será presentado después. En el interim, Málaga le comunicó a los agentes de Jiménez que no iba a cerrarse el fichaje mientras no se liberaran sueldos comprometidos del primer plantel, lo cual sacó a la palestra ese problema que había permanecido latente pero no se había hecho público para inscribir jugadores. Y que ahora es la máxima preocupación de los responsables de la entidad.
Jiménez era un jugador que se quería pero que que venía a una posición en la que hay abundancia. El Deportivo, por ejemplo, reconocía ayer, a través de Carmelo del Pozo, su director deportivo, que había habido una negociación por Mula con el Málaga que no había fructificado. Respecto a Jiménez, no tardó mucho Manuel García Quilón en encontrarle acomodo a su jugador. Fue en uno de los rivales más directos, en teoría, que tendrá el Málaga en esta temporada en Segunda. Todo en una historia rocambolesca.
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