Y rugió La Rosaleda
Los aficionados acuden por primera vez al estadio para ver en directo un partido liguero, lo que no pasada del el 8 de marzo de 2020
Sonaban a gloria los aledaños del estadio de La Rosaleda, vivos por fin, vivos de nuevo. Después de año y medio prácticamente sin poder visitar su templo, varios miles de malaguistas quisieron ser testigos presenciales del regreso a casa. Desde el 8 de marzo de 2020, en una cita contra el Zaragoza, no jugaba un encuentro de competición oficial el Málaga con sus fieles en las gradas.
No era el regreso que todos habrían deseado o esperado. Con las actuales restricciones de aforo en el fútbol profesional, el Málaga se tuvo que conformar con alrededor de 7.000 localidades. 6.519 almas para ser más concretos. Antes de entrar al campo se vivieron las clásicas ceremonias, era un lunes festivo y de reencuentros en muchos casos, no sólo con el equipo y el estadio, también entre malaguistas. A algunos no se les caía la sonrisa de la boca, como niños en día de Reyes Magos. Para entrar, eso sí, tocó pasar por los estrechos y lentos controles de seguridad derivados de la pandemia de Covid.
En las gradas, los aficionados se repartieron por las distintas zonas, con asientos marcado en rojo y verde según la posibilidad de uso. Pero nada impidió que todos unieran sus voces para entonar en himno antes de iniciar el partido, que por otro lado contó con el saque de honor del karateca torremolinense Damián Quintero, plata de los Juegos Olímpicos de TokioDamián Quintero. Y empujaron luego durante los 96 minutos, aunque les faltó una victoria para redondear un día que tardará mucho tiempo en olvidarse.
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