San Alfonso Herrero de Málaga, el monstruo final del videojuego

El toledano volvió a obrar otro milagro en Granada y tiene el aura de los grandes porteros malaguistas

"Le debo una cena", dice Nelson Monte

Las fotos del Granada CF-Málaga CF
Alfonso detiene el penalti de Weissman. / Carlos Guerrero

Siempre le queda al Málaga CF Alfonso Herrero. El portero toledano va camino de ser un leyenda del Málaga CF. Va adquiriendo ese aura de aparecer en momentos decisivos y parecer impenetrable que seguramente desde Willy Caballero no se veía bajo los palos de Martiricos. El balompié es una montaña rusa de emociones. En la primavera de 2021, poco más de tres años atrás, Herrero descendía con el Marbella a Tercera RFEF, dos categorías de golpe, en el año de la reestructuración de las categorías cuando el ambicioso proyecto blanquillo estaba diseñado para ascender a Segunda División. Un trienio más tarde, Alfonso regresó, siendo absolutamente determinante, a LaLiga Hypermotion, una categoría en la que ya atesoraba un centenar de partidos entre Oviedo, Mirandés y Burgos. La sensación es que hay portero incluso para el escenario más optimista que el Málaga pudiera imaginar a corto y medio plazo.

La última de Alfonso es el penalti del minuto 96 que paró en Los Cármenes al israelí Shon Weissman. "Es nuestro Santo, le debo una cena", decía tras el partido Nelson Monte, autor del gol del empate en el 92 y también del penalti light que sancionó el colegiado poco antes del pitido final en un córner. El meta manchego representa de alguna manera el espíritu indomable de este equipo, que no pierde desde abril un partido oficial, cuando cayó en Córdoba en la temporada regular. Un equipo que niega la derrota y cuyo último bastión es un Herrero que ha encontrado en Málaga su lugar en el mundo. "Me hubiera quedado aunque no hubiéramos subido", decía tras el ascenso. Un meta internacional en categorías inferiores, criado en el Real Madrid y que entrenó con el primer equipo blanco, está experimentando recién entrado en la treintena lo que un futbolista sueña.

Los compañeros abrazan a Alfonso.
Los compañeros abrazan a Alfonso. / Carlos Guerrero

Es sintomático que la espina dorsal que forman Alfonso, Nelson y Manu Molina tenga una relación muy estrecha. Tras el ascenso posaban juntos en redes sociales en Ibiza, hace un par de semanas lo hacían en Sevilla, también con Kevin, y sus respectivas familias. Esos lazos invisibles que cosen un equipo salieron a flote en un momento crítico en Granada. Nelson cometió el penalti y Alfonso admitía que en la detención del mismo había influido algún consejo de Molina. "Tenía del anterior penalti que paré en La Rosaleda [aquel Panenka de Quiles que adivinó con 0-1 en el marcador y 10 jugadores] la sensación de que podía volver a pasar. Había hablado con Manu Molina alguna cosa también y al final ha habido suerte y estoy encantando de ayudar al equipo y de que el equipo siga sumando puntos, es lo mejor", decía en LaLiga tras el duelo. El portugués se besó el escudo tras el gol del empate en el 92 para rematar el caramelo de Antoñito Cordero y pudo respirar tranquilo tras la salvadora pierna de su colega.

"Somos un equipo de gente muy comprometida, tenemos también mucho fútbol que ofrecer y estamos en un buen momento, sólo hay que ver la conexión que tenemos con nuestra gente. Jugar con tanta gente fuera de casa tan arropados es algo increíble. Le damos las gracias a todos, también al equipo por cada minuto de esfuerzo que hace. El equipo estaba mereciendo ese segundo gol nuestro y acabó llegando el suyo, pero reaccionamos. Muy contento porque este equipo siempre da la cara. A seguir y la siguiente jornada, en nuestra casa", resumía el portero de manera sucinta cómo fue el partido y cómo es este Málaga que contagia y que transmite tanto y que en los finales de partido está siendo letal. Los rivales, para derrotarle, tienen que vencer al monstruo final del videojuego, que se llama Alfonso Herrero Peinador. Desde abril nadie lo consigue.

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